Cap. 8 Segunda Parte

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  • Dedicado a Vanesa Vázquez
                                    

Ithan me retuvo cuando metieron el cuerpo en la ambulancia, iba a lanzarme encima. No podía creerlo, empecé a temblar, Laura… mi Laura… ya no estaba, no volvería jamás.

-¡No! ¡Hijo de puta! ¡Lo mato! – empecé a gritar hasta quedarme como ida, sollozando.

Mi tío e Ithan me habían llevado aparte.

Estaba más serena cuando me metieron en el coche, me acurruqué y cerré los ojos ¿Cómo podía haber sabido yo eso? Lo vi, sabía que pasaba algo con Laura… sentí su angustia, su terror…

-¿Estas bien? – me preguntó Adder.

Negué con la cabeza, mi móvil empezó a sonar, lo había olvidado en el coche el día anterior, lo cogí de las manos de Ithan y con un nudo en la garganta conteste, era Beli. 

-¡Alú! ¡¿Te has enterado?!¡¿Es cierto?! No puede ser verdad…

-Vengo de allí Beli, la vi – no pude hablar, el llanto me quebraba la voz, Beli también lloraba.

El móvil no paraba de sonar, Lúa, Noe, Vero… tuve que apagarlo, no podía.

Tras este momento de debilidad me recompuse, yo era la fuerte, la entera, me cambie y dejé que mi tío me llevase al punto de encuentro donde habíamos quedado todos. Me abracé con las chicas, no podíamos creerlo, apenas hablamos, pero en la mirada de Beli pude ver planear la sombra de la duda, el miedo¿ y si era el mismo que me ataco?, el que iba por mí entonces… ¿quién sería el siguiente? Me sentía culpable y lo vio, me abrazó diciendo que no me preocupara, pero...

Los padres de Laura estaban destrozados, como iba a decirles que era culpa mía. ¡Dios! Ithan llamó a los suyos y también vinieron, entre todos nos llevaron de vuelta a casa a todos, ya no se podía hacer nada más. No tenía ganas de escuchar a nadie así que me puse el mp3, la música siempre me había calmado y ahora lo necesitaba urgentemente o eso o descargar adrenalina o hacer alguna estúpidez. Acabé durmiéndome en la parte de atrás del coche.

Reviví el ataque de Laura una y otra vez. Cuando me desperté en plan fiera acabábamos de aparcar delante de casa.

-Tranquila – me dijo Adder mientras Ithan me abría la puerta. 

Me tendió la mano y se la acepté, estaba tan frío… 

Me ayudó a salir, oí las puertas de los coches de los demás cerrarse, entre en esa casa enorme y lujosa y me dejé caer en el sofá. Dani me trajo un té y lo dejo frente a mí en la mesita. Mi tío entro junto a Isaac y Mía. Jess se sentó a mi lado, me pase la mano por la cabeza y junte las manos delante de la boca y luego cogí la taza calentándome las manos.

-Alú… - empezó a decir mí tío pero yo lo corte rápido con un gesto de mí mano, no tenía ganas de hablar, ni de escuchar. Suspiró – Háblame Alú – me miró.

Me bebí la infusión y me levanté, subí las escaleras como zombi, al llegar arriba el corazón se me aceleró, había algo o alguien, lo olí demasiado tarde, me vi empotrada contra la pared, creo que solté un leve quejido. El brazo de aquel tipo me aprisionaba el cuello, jadeé, no le podía ver la cara. Intenté golpearle, apartar el brazo que me ahogaba pero no podía, era extremadamente fuerte.

¿Cómo demonios había podido entrar allí? ¿Cómo había burlado toda la seguridad? Cuando me di cuenta ellos estaban arriba, la ventana estaba abierta e Ithan se precipitaba a ella, no había ni rastro, era inútil ir tras él.

Me levanté del suelo palpándome el cuello intentando respirar, las chicas estaban a mi alrededor en un círculo pequeño y en otro ellos. 

-¿Estás bien?

-Sí – me palpé el cuello inspirando profundamente una vez más. 

-¿Lo has visto?

-No, lo siento…

-¿Te ha hecho algo, te ha hecho daño?

-No tuvo tiempo. ¡¿Qué demonios era eso?! No era humano, era como golpear hormigón – moví la mano y me presioné el hombro moviéndolo dolorida.

-No puedes quedarte aquí – se acercó mí tío poniéndome las manos en los hombros.

-Es igual donde vaya Adder. Me encontrara ¿Qué sabes? – le miré fijamente.

-¿Crees que lo sé? – pareció ofenderse

-Mientes, llevas años mintiendo – pase a su lado dirigiéndome a mí habitación.

-¡Alú! – vino tras de mí.

-¡Todos lo sabéis! – grité furiosa.

Di un golpe a la puerta abriéndola de sopetón y entre, allí me doble al recibir una imagen en mi mente, como un flash, vi zapatos, voces, unas risas apagadas y llorosas. Las conocía, ese modo de andar, esos zapatos de tacón

¡Dios! ¡No! No iba a permitirlo. Detrás de mí oía las voces de los demás preguntándome que me pasaba, debí hacer algún gesto de dolor o quejarme… aparté las manos de Adder de mis hombros de nuevo y heché otra vez a correr, pillé las llaves de mí coche, le dije a Azureus que se quedará allí me metí en el coche, arranqué y aceleré a fondo. Deje el coche en el descampado y heché a correr, allí estaban. Vi a Beli golpearse en la pared al salir disparada volando hacia esta, oí el crujido del hueso, su grito. 

Lúa tenía un corte en el labio.

-¡Déjalas cabronazo! ¡Es a mí a quién quieres, aquí estoy!

-¡No Alú, corre vete! – me gritó Noe ayudando a Beli a levantarse.

El tipo se giró y deslizo la capucha que le ocultaba la cara, un escalofrío me recorrió de arriba abajo, era sumamente atractivo, pálido, castaño, pero sus ojos… 

Eran fríos, duros, asesinos. Tragué saliva y di una paso atrás cuando se acercó con esos penetrantes ojos negros taladrándome la mente, era como si intentase doblegar mi voluntad.

-Valiente por tú parte, pero inútil – sonrió fríamente.

-Largaos – las miré

-Me temo que no van a ningún lado, me gustan tus amiguitas – hizo un gesto demasiado rápido para mí y ellas volvieron a impactar contra la pared.

Intenté golpearle pero yo también salí impelida contra la pared con demasiada fuerza, me levanté dolorida pero me puse frente a ellas, él volvió a acercarse, sentí el aire, pare un primer golpe pero mis huesos crujieron peligrosamente y recibí otro, apreté los dientes para no gritar pero logre golpearle, se río. Sus ojos refulgieron con un tono rojizo, me asustó. 

Intenté concentrarme, poner todos mis sentidos en aquella lucha. Pero acabé contra la pared, mis pies no tocaban el suelo y su mano aferraba mi cuello.

-¿Qué quieres de mí? – conseguí jadear.

Beli y las demás empezaron a golpearle desde detrás, pero era como si fueran mosquitos, en un abrir y cerrar de ojos las volvió a mandar lejos.

-Te has dado prisa esta vez ¿Remordimientos, culpa? 

-Hijo de puta

-Vaya, tendré que lavarte la boca con jabón, pequeña.

Le golpeé la entrepierna se dobló apenas un instante y yo aproveché para echar a correr, su mano me aferró del cabello echándome hacía atrás ¿Cómo podía ser tan rápido? Me echo al suelo y apretó mi muñeca, grité me la rompería si seguía apretando. Lamió la sangre de mi labio y oí el clic de una navaja, sentí un corte cerca de la pelvis. Las chicas gritaban, estaban tan asustadas que no podían moverse. 

Golpes del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora