Capitulo 9

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Roger estaba de pie frente a la biblioteca más grande de Londres. La más importante en realidad.

¿Que qué hacía él allí? Pues algo que podría estar haciendo en cualquier otro sitio. Él y Freddie necesitaban recuperar la baja que sufrieron el día anterior en el mercado a manos de esos malditos niños. 

Y Roger seguía muy enfadado, quizás por eso tomó la decisión de ir a esa biblioteca. Sabía que robando allí no acabaría muy bien parado, eso era obvio, pero tenía tanta rabia en su interior que se lo quería hacer pagar a esa gente superior. Robarles en su cara.

Infantil, sí. Pero así era Roger la mayoría de las veces. Actuaba por impulso.

La gente que pasaba por su lado se alejaba de él, lo rodeaban y lo miraban mal. Pero no le importaba, ya estaba más que acostumbrado. Bueno, en realidad normalmente no le preocupaba, pero ese día estaba más irascible que de costumbre y no se dedicó a otra cosa que a devolver aquellas miradas. 

Así que después de mantener una pequeña guerra silenciosa con los ricachones insoportables de ese barrio londinense llegó a la conclusión de que o entraba ya o lo echarían antes de ingresar incluso al edificio.

Dios... Es que sabía que estaba haciendo algo incorrecto. Ese sitio no tenía más seguridad que el palacio de Buckingham por pura suerte. Seguramente acabarían a palos con él ahí dentro. Pero en fin, no podía importarle menos en ese momento.

Subió los altos e impolutos escalones de la entrada y entró. Caminó con rapidez e intentando pasar desapercibido. Solo un par de personas se percataron de su presencia y por suerte se dedicaron a ignorarle. 

Un par de puertas más y tras cruzar un ancho y largo pasillo llegó al centro del edificio. El espacio era enorme y estaba rodeado de pasillos largos y estrechos con un sinfín de altísimas y elegantes estanterías. Habían libros por montones, en su vida había visto tantos. 

El suelo era de un mármol blanco impolutamente reluciente y las lámparas que colgaban del techo eran de araña, enormes y preciosas. Una gran cúpula de cristal cubría la espaciosa estancia dejando pasar la luz natural del exterior, una luz que también se colaba a través de los grandes ventanales adornados con vidrieras de colores.

Habían bastantes mesas de una madera refinada y reluciente. Todo allí parecía tan caro y de tanto valor que Roger se sintió abrumado. Incluso por un segundo se sintió mal por estar allí, sentía que lo mancharía todo, que todos esas libros eran demasiado importantes como para que alguien como él los tocase, mucho más los robase. 

Pero volvió a disipar esos pensamientos. Seguía enfadado.

Solo unas pocas personas sentadas en las mesas se dieron cuenta de su presencia, el resto tenían la cabeza pegada a los libros. Tampoco quiso prestar mucha atención a esa gente ni fijarse, no podía perder el tiempo. 

Se metió en el primer pasillo que pilló para desaparecer lo antes posible, pero justo en ese momento una persona lo vio. Una persona que juró conocer aquella cabellera rubia.

Roger caminó unos pasos mientras observaba a sus lados. Casi se marea con tanto libro. Habían demasiados. 

Optó por parar en una zona en la que los libros eran más pequeño. Tomó uno y se quedó mirándolo. Entrecerró los ojos para poder adivinar el autor.

-Parr... No. Bar, Borr... ¡Borrow! -susurró con felicidad. Se sintió orgulloso, había descubierto el apellido. Aunque la razón de saber los autores era simplemente por la combinación de aquellos símbolos que Fred y él desconocían, porque en realidad solo sabían leer los más famosos.

Intocable • maylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora