Capitulo 44

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Brian le apretaba la cintura, acercándolo a su cuerpo en un intento de fusionarse con él, de sentirlo más cerca de lo que ya lo sentía y de percibir el calor que emanaba su cuerpo incluso sobre la tela de la ropa. Saboreando sus labios y degustando su saliva. Disfrutando de aquello que no había tenido por mucho tiempo.

Y se sorprendió por haber podido aguantar todo ese tiempo sin hacerlo. Se había vuelto tan adicto al bienestar de Roger que el mero hecho de saber dónde estaba, de verle bien, apaciguaba las ganas que tuvo durante semanas de estrecharle entre sus brazos. Pero sin duda, hacerlo de nuevo colmaba la sed de contacto que se había mantenido ardiente bajo su piel.

Roger, por otro lado, se mantuvo de puntillas, con las palmas de sus manos a cada lado del rostro de Brian, queriendo llegar a más profundidad, queriendo compensar de igual modo tantas semanas apartado de él. Con los ojos cerrados pero el resto de sus sentidos agudizados en plasmar cada detalle de ese momento en su memoria. 

Y el tiempo pasó volando. El reloj de arena llegó a su fin y tuvieron que apartarse. Quedando separados por unos pocos milímetros. Sus labios rojizos y húmedos. Sus narices rozándose entre ellas, aspirando el aroma del contrario. Y sus ojos, con las pupilas dilatadas y brillantes, atravesando la poca distancia que los separaba y devorando la mirada de su amor. 

Roger aprovechó la posición de sus manos y le acarició las mejillas, haciendo que ese simple tacto encendiera la piel del mayor y haciéndole sonreír.

-Wow -susurró. Roger soltó una pequeña risa.

-¿Es lo único que tienes para decir?

-No puedo decir otra cosa -admitió. Sus manos aún tomándolo de la cadera, impidiendo que se alejara.

-Te has enfrentado a tus padres por mí -sonrió. Brian también lo hizo y la mirada del menor, tan feliz y esperanzada, aumentó la certeza de que lo que acababa de hacer era lo correcto y que era la cosa más sensata que había hecho nunca.

-Por nosotros -corrigió -. Y lo haría mil veces más.

-Eres un cursi -le dio un empujoncito y al fin se separaron un poco.

-Me obligas a ser cursi, nunca he sido tan empalagoso. 

-Ah, ¿no? -volvió a acercarse a él. Sus rostros de nuevo separados por milímetros y su mirada pasando desde sus ojos hasta sus labios. Repitiendo el mismo recorrido cada cinco segundos. 

-No. Desde que te conocí me volví un romántico.

-Pues yo encantado -Brian tuvo la intención de darle un beso y justo antes de que sus labios llegaran a rozarse Roger se apartó. Al ver la cara colorada de Brian por el rechazo soltó una carcajada.

Observó hacia los lados y al percatarse de que no había nadie a la vista dentro del callejón se acercó a él. Brian no tuvo de tiempo de protestar el rechazo cuando Roger volvió a darle un bonito beso, no tan pasional como los anteriores pero expresando el mismo amor. 

-Se nos olvida dónde estamos -habló cuando volvieron a separarse. 

-Después de lo que he hecho creo que ya no me importa nada.

-Lo hará cuando vengan a patearte el culo -su mirada quedó perdida en el rostro del mayor, pensando, y cuando pareció llegar a un recuerdo concreto soltó una risa que confundió al rizado -. ¿Entonces eres un marica feliz?

La pregunta provocó que su rostro se pusiera colorado al instante y la risa constante del menor lo incrementó. 

-Realmente sí. ¿De qué te ríes? Tú también eres un marica feliz.

Intocable • maylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora