Capitulo 22

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Roger devoraba los labios de Brian con pasión. Ambos estaban sobre la cama del más pequeño y eso había sido lo único que habían estado haciendo los últimos veinte minutos. El rizado había llegado a su casa no mucho tiempo antes diciendo que le había echado mucho de menos ese día y que no podía aguantar ni un segundo más sin verle. Y claro, Roger no pudo resistirse y lo acabó empujando hasta su habitación.

Gracias al cielo que Freddie no estaba.

Aunque tampoco es como si su amigo le hubiese hablado desde el día anterior en el mercado.

Y lo de que Brian le había echado muchísimo de menos era cierto. Esa misma tarde había ido con Elizabeth y sus padres a ver la casa a la que se mudarían la misma noche de bodas. No estaba lejos de la que aún vivía con sus padres y sí, tenía que admitirlo, la casa era muy grande, bonita y acogedora. Pero algo fallaba en toda esa situación. No se había concentrado ni un solo minuto de la tarde por estar pensando en Roger constantemente.

Pero ahí lo tenía ahora. Entre sus brazos, abrazándolo y besándolo como últimamente le encantaba. Con Roger sobre él en la cama, sus brazos rodeando su cuerpo y apretándolo contra él.

-¿Qué tal has estado hoy? -preguntó el rubio una vez se hubieron separado. Esa era la primera vez que se dirigían la palabra desde que Brian le dijo que lo había echado de menos.

-Mal -contestó simple y Roger frunció el ceño -, ya te he dicho que te echaba de menos.

-Tonto -Roger rió y le dio un golpecito en el pecho para después dejarse caer a su lado. Apoyó la cabeza sobre la almohada y giró el cuerpo para mirarlo. Brian hizo lo mismo.

-¿Y tú? -el más pequeño bajó la mirada y se encogió de hombros. Brian captó un poco de tristeza en ese gesto -. Hey, ¿pasa algo?

-Bueno...

-Eso quiere decir que sí -Brian no se movió pero aún así le observó con más preocupación. Roger soltó un profundo suspiro.

-Es que Fred no me habla -el rizado lo miró un poco confundido. Era raro imaginarse a los dos jóvenes enfadados y sin hablarse cuando le habían demostrado en más de una ocasión que estaban muy unidos.

-¿Y eso?

-¿Recuerdas cuando estuve en tu casa dos días seguidos? -solo entonces Brian pareció darse cuenta. Cerró los ojos un momento y suspiró. Ya se lo estaba imaginando -. Bueno, pues me echó la bronca por eso. Porque no sabía dónde estaba.

Las palabras de Roger eran tranquilas. Sin enfado y sin coraje. Todo porque sabía que su amigo tenía razón. Debería haberle avisado.

-Ya. Siento si ha sido mi culpa.

-Tu culpa no ha sido -continuó -. En todo caso sería mía -suspiró -. Hablaré con él cuando vuelva, si es que quiere escucharme.

Brian le observó en silencio. Roger tenía la mirada fija en su pecho, como dándole vueltas a algo dentro de su cabeza. Levantó la mano y la posó sobre su mejilla para acariciarle y cuando el más pequeño volvió a mirarlo lo hizo con una sonrisa tan tierna que a Brian se le encogió el corazón. Se acercó y se acurrucó contra su pecho. Brian lo abrazó.

-Rog -habló pasados unos largos y relajantes minutos.

-¿Mhm?

-Nunca me llegaste a contar sobre tus padres.

-Oh -Brian sintió como el cuerpo del rubio se tensaba. Lentamente Roger se estiró y quedó sentado sobre la cama. Comenzó a jugar con sus dedos ante la atenta mirada de Brian sobre él, quien también acabó sentado delante del chico -. ¿Qué quieres saber?

Intocable • maylorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora