Veintitrés; Nick

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Sonrío y miro de reojo a Lía para ver todo su cabello despeinado. Ha decidido abrir la ventana y dejar que entre el aire mientras vamos a 100 Km/h. Tiene su brazo sacado por la ventana y está sonriendo. La música suena por los altavoces del coche. Una canción que le gusta. Ha creado una lista de Spotify con canciones que nos gustan a los dos y estamos disfrutando del camino a casa, a mi casa.

Nunca ha estado en mis planes que mi madre supiese de la existencia de Lía, pero quería pasar tiempo con ella antes de irme, eso y que quería enseñarle más sitios de mi país antes de que se fuera.

Lía sube la ventana e intenta poner su cabello en orden. Ya casi estamos llegando y yo tengo una ruta preparada para hacer estos días.

Es un día de camino, un día y tres horas, por lo que nos vamos turnando para conducir y paramos para estirar las piernas, comer o dormir.

Lía tira de la maleta dentro de la habitación del motel de carretera y cuando entro, cierro la puerta.

— ¿Habrán matado a alguien aquí? —Pregunta mirando a su alrededor.

— Tienes que dejar de ver series policiacas.

— Más bien series y películas americanas —dice entrando en el baño—. Me han dado muy mala imagen de los moteles de carretera. Asesinos, espiritus, narcos...

Me tumbo sobre la cama mientras me río y agradezco poder descansar la espalda sobre el colchón.

— ¿No te sale más rentable coger un avión a Utah? —Me pregunta.

— Quiero tener mi coche en Utah —cierro los ojos y la cama a mi lado se hunde un poco.

— ¿Le has dicho a tu madre que voy?

— Sí.

Le había dicho a mamá que una amiga me acompañaría y ella me había preguntado si era una novia a la que llamaba amiga para no hacer la relación ahora seria.

Le dije que era solo una amiga que quería ver Utah, simple.

— No sabe que somos algo —digo poniendo mis manos detrás de mi cabeza.

— ¿Somos algo?

Abro los ojos porque se sienta encima de mí y sonrío de lado. Niego con la cabeza y ella deja un pequeño beso en mis labios.

Lleva una falda negra larga y un top. Ambos negro. Meto las manos debajo de su falda para tocar sus piernas y ella pone sus manos en mis pectorales.

— Pensé que no te iban a dejar venir —digo.

— Yo también —se encoge de hombros—. Es porque te vas a Iraq. Me hubiera gustado más que no me hubiera dejado y que te quedases.

— No quiero hablar de eso —meto un mechón de pelo detrás de su oreja.

— Lo siento.

Muevo mi cabeza de lado a lado y pongo mi mano en su cintura. Su pelo castaño, casi rubio, es ondulado. Sus ojos grandes, marrones oscuros me miran con atención. Sus cicatrices ya pasan desapercibidas cada vez que las miro.

— Hay que ir a comprar algo de comer —me dice—Deberíamos haber ido antes.

— ¿Quieres que vaya mientras te duchas?

— Quiero ir contigo. Esto es tan de película. Espero no morir.

— Y dale con los asesinatos —suelto una carcajada y la empujo al otro lado de la cama.

Lía se ríe y me levanto de la cama. Ella sigue tendida mientras se ríe. Me pongo encima de ella y pongo mis manos en el colchón, a ambos lados de su cabeza. Ella pone sus manos en mi cuello y mi corazón late con fuerza contra mi pecho porque voy a echarla de menos y no estará aquí cuando venga.

Goodnight and go (Disponible en Dreame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora