Las llamas

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Daniel afinó los detalles para su largo viaje luego de despertar de un increíble sueño en su oficina. Lo primero que hizo después de recordar lo de su correspondencia fue dirigirse a la oficina de sus superiores, solicitando el permiso necesario para una salida rápida. Habló con Elisa sobre las nuevas noticias. Ella reaccionó con mucha emoción y lo ayudó durante toda la mañana con el papeleo y los trámites burocráticos para poder irse, ya que quería un permiso indefinido por fatiga, porque no tenía idea de cuánto tiempo pasaría con Esteban.

A última hora de la mañana sostuvo una reunión para explicar lo que había sucedido durante el accidente laboral en la sala de máquinas de la represa. Todo salió mejor de lo que esperaba y a las dos de la tarde era hombre libre, o cabe mejor decir "un padre libre". Se dirigió directamente al hospital de la empresa para visitar a su amigo convaleciente y a darle la buena nueva. Simón recibió con mucha alegría la noticia. Se mostró muy conmovido al poder leer las cartas y observar detenidamente la foto de "Estebancito", como él le decía. Estaba feliz, pues sabía que gracias a esto su amigo volvería a sonreír.

Daniel compartió unos minutos con su hermano del alma y se marchó rápidamente porque el viaje hasta la casa donde estaba Esteban sería largo. Debía preparar sus maletas y poner a punto el auto, además de comprar muchos regalos. Se movió velozmente con la única meta de llegar a tiempo a la fiesta de cumpleaños de su hijo y con la ansiedad de disfrutar de un pedazo de pastel con sabor a felicidad.

...

Cumplió con lo trazado en su agenda. Como debía viajar hasta una ciudad distante, pues Camila había decidido establecerse allí luego de huir con Esteban, el detallista Daniel verificó detenidamente el auto que se encontraba estacionado en el sótano del edificio donde vivía y puso cada objeto en su lugar para que no se dañara nada. Había comprado varios presentes delicados para Esteban y su mamá, y no quería que nada se rompiera. Metió los paquetes y las maletas con paciencia, distribuyéndolos entre la maleta y el asiento trasero del auto, mientras reservaba la el asiento delantero derecho para colocar las cartas y la foto de su hijo, además de la vieja fotografía del escritorio.

Cuando ya todo estaba listo para partir, Daniel se dio cuenta que había olvidado algo muy importante, así que subió a su apartamento. Encontró al viejo patito de peluche en la habitación de su hijo, que él procuraba conservar tal como estaba el día en que Camila se fue con él. Al sostenerlo entre sus manos, recordó claramente el instante en que lo compró, un día después del nacimiento de Esteban.

Venía apurado con Simón y sin quitarse todavía sus vestimentas de trabajo. Ambos corrían por el pasillo de entrada del hospital, donde había diferentes tiendas para comprar obsequios para los pacientes. Daniel compró un hermoso ramo de rosas amarillas y buscó un detalle que combinara con esas flores. Fue allí cuando encontró el patito y, a pesar de que había cientos de preciosos peluches para escoger, lo seleccionó sin dudarlo.

Subió con los obsequios a la habitación donde estaban Camila y Esteban, y entró feliz con sus presentes. Estaba nervioso porque era la primera vez que podría observar tranquilamente a Esteban, pues aunque Daniel estaba allí cuando su bebé vino al mundo, no tuvo la oportunidad de detallar con cuidado a aquel ser llorando, ya que apenas lo tuvo algunos segundos en sus manos antes de que las enfermeras se lo llevaran para cuidarlo. Pero era su hijo. Y eso era lo más importante en el mundo.

Entró a la habitación, le dio las flores a Camila junto con un beso y luego se acercó a la cuna móvil donde dormía Esteban y sacó al patito de su empaque. Lo dejó a su lado, para que fuera su inseparable compañero. Y realmente lo fue hasta el último día en que supo de él.

...

Mientras bajaba las escaleras desde su apartamento, Daniel se rió un poco pensando que había estado a punto de cometer una torpeza al dejar el patito. Por fortuna se había acordado. Era importante para él ese vínculo que lo unía a su hijo y tenía curiosidad por saber si Esteban también se acordaría del peluche, a pesar de los años que había pasado separado de su juguete.

Alas de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora