Capitulo 10

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El viernes por la mañana Juliana se levantó temprano para lavar su ropa y limpiar la casa. El viernes era su día de descanso por lo que siempre hacia las cosas de limpieza en la mañana para en la tarde descansar viendo alguna película o serie. Ese día la señora Rosa no se encontraba, ya que iba a pasar el día con uno de sus sobrinos. Así que se encontraba sola y pudo poner la música a todo volumen. No tenía ningún celular, así que solo pudo poner un canal de música en la televisión.

Cuando llego la hora de la comida, ya no tenía ganas de cocinar porque se encontraba muy cansada, por lo que solo se hizo Spaguetti, algo simple y sencillo de preparar. Normalmente no preparaba comida, ya que la señora Rosa cocinaba comida de más y así cuando llegaba de trabajar, solo tenía que calentar la comida.

Después de la comida decidió que lo mejor era dormir una media hora o la hora entera, ya que quería estar descansada para su cita con Valentina.

Nunca se imaginó que la chica la fuera a invitar a una cita. No tenía idea de que le gustaban las chicas y mucho menos que estaría interesada en ella. No tenía mucho que ofrecerle, no tenía dinero, no tenía fama, la verdad es que no tenía nada. Solo sus dibujos y sus pinturas, entonces que una chica como Valentina que lo tenía todo estuviera interesada en ella se le hacía muy extraño y maravilloso.

Es por eso que estaba decidida a no arruinar esa noche.
La primera vez que vio a Valentina le pareció sumamente atractiva, pero no tenía tiempo para apreciar su belleza. Era el objetivo perfecto ya que se encontraba muy distraída y no parecía tener mucha fuerza en caso de que intentara atacarla. Así que ignoro su atracción hacia ella e hizo lo que tenía que hacer.


Se arrepentía de eso, Valentina era una buena persona. Muy amable, carismática, humilde y de buen corazón. Pero ella no lo sabía y tenía que hacer lo que sea para sobrevivir. Cerró sus ojos y decidió que lo mejor era dormir.

Cuando despertó lo primero que miro fue el reloj que había en la pared de su cuarto, eran las 5 de la tarde. Todavía estaba a tiempo para estar lista a las 7, que era la hora que Valentina había quedado de pasar por ella.

Se ducho y se dejó su cabello suelto, solo lo peino un poco. El problema era en que no sabía que ropa elegir. Opto por su mejor pantalón y una bonita blusa. No tenía idea de a donde la iba a llevar Valentina, no había hablado de eso con la chica. Solo esperaba que estuviera vestida de acuerdo a la ocasión. Todavía faltaba una hora para las 7, así que decidió bajar a la sala, ya que Rosa había llegado.

-¿No es hoy tu cita con Valentina?-Le cuestiono la señora cuando la miro bajar por las escaleras.

-Si.-Le respondió.

-¿Y así te vas a ir?-Le dijo dejando su taza de café en la mesita del centro.

-Si.-Juliana se miró para ver si había alguna mancha pero no la encontró.-¿Qué tengo de malo?-Le dijo sintiéndose insegura.

-Deberías de ir por ropa de vez en cuando muchacha.-La señora rosa se levantó negando.-Ven.

Juliana la siguió hasta el cuarto de invitados dudosa de pasar, pero la señora con un ademan la incito a entrar.

-Mi sobrina Elena dejo algunas de sus cosas cuando vino de visita en sus vacaciones de verano. Es un poco mayor que tú, tiene 25 años. Pero estoy segura que encontraras algo que te pueda gustar.- La señora salió de la habitación dejando a Juliana sola.

Abrió el armario y se encontró con trajes y camisas de vestir, supuso que sería de algún sobrino también. Recorrió la ropa y se encontró con algunos vestidos y blusas. Los observo y se dio cuenta que eran de su talla. El detalle era cual iba a elegir, no sabía a donde iría. Si iban a ir algún café como la vez pasada o a cenar. La chica soltó un suspiro de frustración. Odiaba eso.

La chica del bastónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora