Isak Valtersen en un príncipe omega de 17 años heredero al trono del pequeño reino de Astha.
En un mundo donde es mal visto que un omega gobierne sin esposo, y ante la actitud poco sumisa y demasiado liberal del príncipe, su padre, el rey Aleksander...
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Isak llegó al castillo justo en la madrugada.
Quería buscar la pared indicada para acceder a los pasillos secretos, que Even le había mostrado, para llegar a su habitación sin ser visto, sin embargo, estaba muy cansado y adolorido como para hacerlo, cada que movía su mano sentía como si varios cuchillos se le clavaran en la piel haciendo que lagrimeara, o al menos eso quería creer.
Llegó a la puerta de su habitación alertando al guardia que la vigilaba.
—¿Alteza?—el beta lo mira de pies a cabeza y se detiene en su mano lastimada—¿Que le pasó? ¿Se siente bien?
Isak abre la puerta y dice escuetamente—Estoy bien.
—Pero está sangrado, ¿quiere que vayamos a la enfermería?
—Estoy bien—repite más fuerte y con rudeza—No fue nada, buenas noches.
Y entra al cuarto cerrando la puerta de golpe y poniéndole el seguro. Se encarga de curarse la mano y cuando termina se va a la cama. Se siente tan patético cuando varias lágrimas vuelven a caer de sus ojos.
Estúpido Even. Te odio.
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Isak está parado en medio del jardín, tiene que cruzarlo para ir a su clase con Sana, pero siente que debe pasar por un camino con fuego.
Del lado derecho está Even hablando animadamente con unos miembros del consejo de Oslo y del otro lado está su prima hablando con sus acompañantes. No quiere pasar por ahí, pero no le queda otra opción. Toma una fuerte respiración y con la mirada baja empieza a caminar.
Sonja lo nota y le dedica una mirada llena de molestia y rencor, seguramente lo odia porque tuvo una aventura con su prometido. Ya ni siquiera le da las benditas clases de modales.
Sigue su camino apresurando el paso y para su mala suerte Even también lo nota. El príncipe le dedica una mirada penetrante que él no corresponde. No quiere saber nada más de ese alfa.
Vuelve a respirar con normalidad cuando llega a la sala donde toma sus clases. Pero antes de entrar, tiene que tomarse varios segundos para no llorar.
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Isak ve a Jonas cargando varios sacos de harina rumbo a la cocina. Desde el viernes no ha hablando con sus guardias y la verdad no le apetece, sin embargo no puede ignorar a Jonas ahora que él ya lo vio.
—Hola—saluda el príncipe.
—Hola—lo saluda el guardia con una pequeña sonrisa que tranquiliza al menor, ahora sabe que su mejor amigo no está molesto con él.
—¿Te ayudo?
—Seguro.
Isak tomó un extremo del costal y ayuda a Jonas a cargarlo. Iban en completo silencio y eso ya se estaba tornado incómodo.
