Capítulo 2

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Ángela ni siquiera intento zafarse del agarre de Kris, el dolor de su brazo era más fuerte que la desconfianza que había generado esta última.

- Kris... - llamó un poco tímida - ¿en serio ese es tu nombre? - Lo último que Ángela quería era un ambiente incómodo entre las dos, acababa de salir de un infierno, lo mejor era intentar romper un poco el hielo.

- Si, bueno - soltó una pequeña risa
- mi nombre es Kristina, pero siempre preferí Kris - casi al llegar a su casa Kris liberó la cintura de Ángela de su agarre, sabiendo que esta ya no tenía lugar a donde escapar.

- Gracias por... Por intentar ayudarme - Ángela nunca había recibido ayuda de nadie, y esto al ser nuevo para ella le generaba cierto temor e incluso un poco de incomodidad.

- No es un intento, pasa - abrió la puerta y se hecho a un lado para que su acompañante entrara - No hago esto muy seguido pero...- le ofreció una cálida sonrisa - hare más que solo un intento por ti -

Ángela se quedó mirando directamente a Kris por un momento, estaba sorprendida, analizó a la chica un momento y luego reaccionó.

- No tienes pinta de que ayudar sea precisamente tu campo - al ver que la cara de la otra pasaba de ser sonriente a seria se arrepintió de sus palabras - Lo... Lo siento, yo no... - intento disculparse.

- No importa - la interrumpió  y volvió a sonreír - no es la primera vez que me lo dicen - Ángela sintió culpa, pero antes de que pudiera articular palabra volvió a ser interrumpida - demasiada charla sobre mi. Creo que hay algo más importante que atender - apuntó al brazo de la chica.

- Si bueno, no es para tanto - Ángela cubrió nuevamente el corte.

- Ven por aquí - dejó su mochila en el piso del pasillo y caminó hasta la cocina con Ángela detrás de ella.

Ya en la cocina le pidió que se sentará en una de las sillas de la barra y le dijo que esperara.

Ángela examinó la habitación. Era dos veces más grande que su cuarto; piso de madera de roble obscuro, paredes cubiertas de impecable baldosa blanca, detalles de la misma madera, todo estaba delicadamente ordenado. Incluso llegó a sentir envidia.

No fue mucho tiempo para que Kris volviera con un botiquín de primeros auxilios.

- Bien, tu brazo por favor - Ángela extendió el brazo en la barra en frente de Kris.

- Tu casa es realmente grande - recalcó la menor desviando la vista hacia el candelabro que colgaba casi sobre ella. - Auch - se quejó.

- No te muevas - tomó con más fuerza su brazo obligándola a quedarse quieta mientras frotaba el algodón sobre su herida.

- Duele - se quejó Ángela haciendo una mueca.

- Lo siento, es necesario, por favor quédate quieta ya - nuevamente Kris empezaba a perder la paciencia.

- Bien... - intento no retorcerse tanto - ¿Vives sola aquí? ¡AUCH! - volvió a intentar retirar el brazo, lo cual le fue imposible por el agarre de Kris, quien gruño irritada.

- Te dije que no te muevas - jalo su brazo con menos delicadeza.

- Pues no seas tan bruta - reclamo Ángela - Y no respondiste mi pregunta - mordió su labio inferior reteniendo el dolor.

- Por desgracia no, vivo con mis padres - soltó el brazo de Ángela - ya está princesa, termine con tu brazo -

- No me llames princesa - observo su brazo ya vendado y lo movió, el dolor había disminuido. - Gracias... -

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