El Tigre y el Dragon (parte 1 de 3)

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Después de irrumpir la reunión, decido rehacerla de nuevo, con la diferencia, que Syndra, también estaría allí y escuchar mis planes, para con la orden, en la gran guerra por venir, arruinando mis planes de tomar el poder en la orden! Quedando, como lo que eh sido hasta ahora, un simple "lacayo" de alguien mas, pero era inevitable, ya todos daban por echo de que Syndra tomara el poder! Unánimemente gano una improvisada elección de todos los presentes en la reunió re convocada - La soberana oscura, de las sombras! Menuda mierda! - Pense, no solo perdí mi oportunidad, si no que tendré que esperar, demasiado tiempo, entrenado para hacerme lo suficientemente fuerte, para que sin tener que confortarme a syndra, en una batalla, para así poder reclamar lo que me pertenece, sin mencionar que odiaba la idea de enfrentarme a ella - Creo que después de convivir tanto tiempo, si la veo como la madre que nunca tuve - Me pase toda la tarde entrenando, para poder despejar mi mente un poco, estuve encerrado en la recamara personal del maestro Zed, únicamente con la compañía de rhaast; el cual este podía notar ni frustruacion.

- Ohh! Pobre Kayn! Debes estar que te suicidas! Déjame ayudarte con eso! -

- Nunca te pierdes ni una! Verdad! -

- Ey! Que seria de mi, si no hallo la manera de sacarte de quicio! Entre mas rápido te deprimas, mas rápido tomare tu cuerpo -

- Nunca te has preguntado? Lo poco hombre que te escuchas, cada vez que te refieres a eso! -

- Desde que soy una guadaña de guerra, perdí mi sexo idiota! Así que, a mi no me afecta, tales cosas como el genero -

Lo raro de este asunto con rhaast, es que no encontraba fallas en su lógica! Tiene milenios siendo eso, que ni recordara, si era hombre o mujer, cuando tenia cuerpo propio.

Ya culminado mis ejercicios matutinos, apestando a sudor, procedía tomar un baño, notando que los pasillos de templo, estaban casi vacíos, y decorados de sutil manera, había menos guardias de lo normal, lo cual no tome mucha importancia. Al salir del baño, note que todos las decoraciones, se trataban del festival del tigre y el dragón, ya que era época de festividades, y estas habían comenzado! En el camino me tope con el maestro Junko, acompañado por Syndra - ¿que ocurre, porque no veo a los acólitos? - preguntándole a la soberana - Lo siento kayn! Pero les di un receso de 4 días, ya sabes, por las festividades - respondió

- por que no me consultaron? Yo también soy parte de la mesa! -

- Kiansito, corazón, no pongas esa cara! No lo consultamos contigo, por que no queríamos interrumpirte en tu entrenamiento! - flotando hacia mi, y pellizcando mi mejilla - Ademas, también quiero que te tomes estos días libres, ve sal y tráeme una yerna! -

- Vamos señorita Syndra! No presione al pobre muchacho! - Agrega este, con una leve risa en lo bajo

No me quedaban de otra, nadie en su sano juicio, se negaría a una petición de Syndra, comencé a ver que los acólitos aparecían de a poco, pero estaban vestidos diferente, con yukatas de estampados y colores alegres, y no el típico negro azabache deprimente de sus uniformes.

Al llegar a mi habitación, vi que alguien estaba adentro, no pensé que alguien tuviese la pelotas, para entrar a este sin mi permiso, pero mi semblante frió y asesino cambio, al notar que era la maestra Akane, con un lindo kimono rojo y negro, con estampados de cerezos, tenia los hombros descubiertos, dejando ver todos sus atributos. Vi que sostenía 3 sobres - llego esto, ten,
son para ti! - la manera en que lo dijo, sonó muy inusual en ella, sonó "disgustada", tanto así , que casi sentí que me tiro las cartas - Ey! Cuando yo te eh faltado el respeto eh! - respondí con gracia, ya que parecía celosa, lo cual para mi, era poco probable.

Al ver las cartas, eran de diferentes personas, una era del placidium, al parecer Irelia, debió conseguir nueva información, y la quería compartir. Al ver la segunda, note alguna especie agitación, haciendo que el ritmo mi cardíaco cambiara repentinamente, era de Akali, la leí inmediatamente, pronunciando las ultimas palabras, escritas en esta - Estoy en el lugar de siempre! No faltes! - Nunca en mi vida me sentí de esta manera, podía notar que mis labios formando un arco, dejando ver una leve sonrisa. Rhaast, veía esta con sumo desagrado.

- Ohh! por un demonio lo que faltaba! -

- Que!? -

- Solo mírate la cara de imbécil que traes! Cual quinciañera acaba de perder su virginidad! -

- Vete a la mierda Rhaast! Por eso te quedaras aquí! -

- Al cabo que ni quería ir contigo! Apestas a felicidad! -

Es época de festividades, así que debía pasar desapercibido, revisando un viejo tocador, ahí estaba un viejo yukata, que Syndra con sus manos tejió para mi, hace un par de años, nunca lo había usado, pero por esta vez, y solo esta vez. Lo usaría con orgullo, eh iría a verla a ella, en nuestro lugar de siempre, donde de adolescentes, nos veíamos a escondidas de nuestros maestros, para hablar y sentarnos en la copa de un gran castaño, a orillas de una pequeña laguna, que al fondo de esta, se apreciaba una diminuta cascada, que daba vida a todo ese ambiente, donde predadores y presas, tomaban de aquel preciado liquido, que sin intenciones de atacarse entre ellos, demostrando así, que ese lugar tenia algo especial, donde enemigos naturales, se dejarían de odiar por un momento, llevándolos a una momentania tregua, donde solo abundaria una bella paz.

"Por eso! Es nuestro lugar especial!"

Fui a caballo, no trate de apresurarme, ya que no se encontraba muy lejos, cabalgue por unos cuantos minutos, hasta llegar, deje a mi equino suelto, no me importaba si se perdía, ya que eso conllevaba a quedarme unos momentos mas, y seguir así sea solo por unos instantes mas a su lado. Fue ahí cuando la vi, vestida con si kimono de festividades, la luz de luna menguante, no brillaba lo suficiente, como para opacar el de las estrellas, pero si lo suficiente, para dejarme apreciar su bello rostro, y así como la mire, ella voltea hacia mi, viéndome llegar a paso lento, sin mediar palabras, caminábamos uno hacia el otro, estando de frente, sin ninguna clase de brecha que nos separara, la mire a sus hermosos ojos rasgados, notando que estaban cristalinos, viendo como en sus rojos labios, se pintaba una pequeña y hermosa sonrisa.

La sucesión de las sombrasWhere stories live. Discover now