III

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El abuelo coloca su mano en los labios de la niña.

—Shhh ... Tranquila nena, tranquila -Dice en voz baja.

La niña no dejaba de temblar. El miedo le recorre el cuerpo.

—No hagas ningún ruido. No quieres que se dé cuenta la abuela, ¿Verdad? -Continúa diciendo con los labios muy cerca del oído de la pequeña- Ella no debe vernos, sabes lo que pasará si ella nos ve. Debemos ser silenciosos.

Y mientras el abuelo y la niña están temblando debajo de la mesa, la abuela recorre la casa con un hacha en la mano.

Parece desorientada, su mente la ha traicionado de nuevo. Está buscando (Según ella) a dos intrusos que se metieron a su casa.

𝕮𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝕸𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora