VIII

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—Llevo mucho tiempo esperándote aquí en la cama. ¿Por qué tardaste tanto?

—Quería verme guapa para ti. ¿Cómo me veo?

—Te ves más hermosa de lo que imaginaba

—Gracias. ¿Hay espacio para mí en la cama?

—Por supuesto. Acércate, ven aquí. He estado esperando este momento.

El anciano se acurrucó mejor y su nuca se movió levemente encima de la almohada.
La muerte se recostó a su lado y lo miró de cerca.

El anciano cerró sus ojos, sonrió aliviado, y entonces todo terminó.

𝕮𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝕸𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora