XXXIII

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En la pijamada de Mirna, Anita mostró su amuleto.

"Mi abuelita me lo regaló, dijo que si los monstruos que comen niños se acercan, no lo soportan y se mueren"

Todas las niñas se burlaron de ella y la llamaron bebé. Las carcajadas eran tan fuertes que Anita terminó llorando. Por suerte, la madre de Mirna interrumpió desde la puerta, explicando que, por una emergencia, el padre de Anita venía a recogerla.

"Mirna subirá pronto niñas, sigue buscando los juegos de mesa. Por cierto, ¿Helado o Galletas?" —Preguntó la mujer.

Minutos después, Anita subió al coche de su padre, decepcionada por no comer helado.

—¿Estás bien, pequeña? Parece que llorabas

—Yo nunca lloro —Respondió Anita haciéndose la fuerte.

—La madre de Mirna me llamó diciendo que querías volver a casa

—Eso no es... Yo nunca... Mmm... Eso es extraño

Dentro de la casa, Mirna y su madre presionaban sus narices con pañuelos. El sangrado disminuía y los mareos ya habían desaparecido.

Al recuperarse por completo, ambas miraron hambrientas el cuarto donde las niñas reían.

𝕮𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝕸𝐨𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐨𝐬.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora