La Profecia

14 0 0
                                    

El viento helado se torno tibio y luego caliente, sobre la grieta una figura tapo el sol dejando a la pareja en total oscuridad, el rugido se repitió varias veces. Ambos alargaron el brazo para tomar el único cuchillo que traían, pero Flor fue la que lo logro. Estaba lista para salir, lista para enfrentar lo que sea que los había encontrado, pero no estaba preparada para lo que sucedió.

Empezaron a captar un olor extraño, como a pasto cortado. Poco a poco la visión de ambos se tornaba borrosa, se sentían mareados, confundidos, algo les habían metido en la grieta y sabian que estaban a punto de perder el conocimiento. Flor trato de encontrar a Berek con las manos, la oscuridad total los había separado, pero ella aun podía hablar

-abrazame Berek, no soporto estar sola en esta oscuridad-

el chico trato de obedecer, pero cayo desmayado contra el suelo de roca fría

Despertaron varias horas después, se encontraban atados a los barrotes de una jaula de huesos. Habian sido despojados de sus mochilas y el resto de sus pertenencias, exceptuando los abrigos de piel y sus prendas.

Flor miro a su alrededor, manos y pies inmobiles, vendas en sus bocas, rodeados de esos barrotes blancos que quien sabe de que animal habían salido. Berek aun no despertaba asique la chica finjio estar en la misma conclusion y escuchar, tal vez oiria algo que ayudara a la situación.

Pasaron dos horas en el frio, Flor apenas sentía sus dedos y no quería ni pensar la situación en la que se encontraría Berek, que no se había movido ni un momento. Trato de acercarse a el para mantenerlo caliente pero no pudo avanzar mas de un centimetro, el sonido de unos pasos sobre la nieve le hizo reaccionar, y en menos de un segundo ya estaba "dormida".

Flor puso atención a las voces que se escuchaban acercandose, era la voz de un hombre y una mujer, de mediana edad, parecían la clase de personas a las que nada les parecía bien

-¡te estoy diciendo que es el hijo de Tom!-

-y yo te digo que no puede ser, los Guldavir no son tan delgaditos ¡ya estas perdiendo el tiempo con tus tonterias, en lugar de ayudar en casa con nuestra hija!-

La discusion continuo por demasiado tiempo, mas de lo que a Flor le hubiera gustado, después de un tiempo se volvió aburrida y repetitiva, tanto que la chica no pudo evitar decirle a Berek lo siguiente

-prometeme que nunca seremos asi-

un pensamiento incomodo le cruzo la mente, ¿porque había dicho eso? No era como si ella tuviera algo con el chico, ni siquiera le gustaba de esa manera. Mientras se cuestionaba sus acciones no se detubo a pensar que la discusion había cesado de la nada

-¿oiste algo amor?-

-creo que uno de los chicos ha despertado-

dieron algunos golpes contra la jaula para ver si volvía a sonar algo, como si Flor fuera tan tonta de cometer ese error dos veces. Espero a que las voces se apagaran, perdiendose en la distancia entre el aire frio, la roca y el hielo. Saco el cuchillo de caza, que afortunadamente llevaba consigo cuando fueron embestidos, corto las cuerdas con esfuerzo y se acerco a Berek. Necesitaba saber que estaba vivo, que no era demasiado tarde, pero el cuerpo de su amigo estaba frio, tanto que se le podía dar por muerto.

Un sentimiento de confusion e ira inundo la mente de Flor, en Kima Shagini sintió el acercamiento de una tormente y supo que los poderes de la chica se salian de control.

Sobre la montaña, entre la nieve y el frio, habitaban un grupo de personas, odiadas, despreciadas, expulsadas de Kima por su fundador. Los Rokarfer habían creado una vida en el desolado entorno en el que eran obligados a vivir, durante años odiaron a Kima y sus habitantes, especialmente a la familia Guldavir.

La Guerra De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora