Muerte

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Flor miro por su solitaria ventana, se comenzó a preguntar si enviar a Berek para proteger a Nava era una buena idea, tal vez se había equivocado, o tal vez ella necesitaba a Berek mas de lo que había anticipado, miro la ventana y nada parecía tener sentido ¿porque estaba luchando? ¿por una profecía? ¿que haría después? Trataba de salvar a todos los que amaba, pero al mismo tiempo, los perdía uno a uno.

El sonido de alguien tocando la puerta la distrajo de sus pensamientos, Agator entro segundos después con una sonrisa en el rostro

-¿como se siente nuestra encnatadora invitada?-

dijo mientras se sentó en la orilla de la cama junto a los pies de Flor

-mejor, gracias por darme refugio. No creo que me quede aquí mucho mas tiempo-

-¡tonterias! Se que mi padre fue duro, pero ya no tendrás que preocuparte por el. Ademas, ¿porque querrías irte? ¿es por Berek?-

Flor se medio incorporo mirando desconfiada a Agator

-¿a que te refieres con que no me debo preocupar mas por el?-

el joven sonrió de manera perversa

-soy el nuevo rey, la ley Kervadir.-

-la ley kervadir.... Maestros de sangre.... ¿acaso lo mataste?-

dijo ya horrorizada a lo que Agator asintió. Flor no comprendia como alguien podía llegar a ser tan casual acerca de algo tan horrible, como era posible que menospreciara tanto algo que ella había buscado toda su vida, una familia.

-¡eres un monstruo!-

dijo mientras trataba de levantarse y salir corriendo de la habitación. Agator le hizo tropezar, y comenzó a atar sus manos con la sabana de la cama, luego uso otro extremo para atar los pies y Flor lo miro con horror mientras el nuevo rey le forzaba a tomar una sustancia extraña.

En Kima Berek era testigo de la belleza del palacio de Nava, los muros eran decorados con la historia de los reyes de la ciudad, desde Ingrid hasta Tom. El pasillo que recorría terminaba en una habitación, no muy grande, problablemente no ocupaba mucho espacio en el palacio.

El joven miro la estancia con mucha curiosidad, columnas simples soportaban el techo, unas pocas ventanas iluminaban desde arriba y las antorchas colgadas en las paredes iluminaban lo que el sol no podía. Pero lo que mas le llamo la atención fue el trono, allí en el centro de la habitación, un trono de marmol blanco, una piedra considerada preciosa en Kima y Berek lo sabia bien pues su padre nunca fue capaz de enseñarle lo que era pero siempre la describia de manera codiciosa.

-¡como osas volver, asesino!-

La voz de Nava resonó en la habitación, el nuevo rey se asomo desde el otro lado del trono de cuarzo y su aspecto le hizo ver a Berek que no estaba bien. El pobre chico se veía desnutrido, palido, enfermo.

Nava, sexto rey de Kima, levanto el brazo, entre sus dedos temblorosos la espada Guldavir. Arrojo el arma a los pies el guerrero pero no logro caer cerca de el, sus ojos llorosos lamentaban la perdida de su hermano, pero sus palabras despreciaban a Berek

-¿que demonios te paso?-

murmuro mientras algunas lagrimas llenaban sus ojos y Nava contemplo confuso, como ese asqueroso asesino compartía su dolor

-¿que se siente cuando es a ti a quien le arrebatan a un familiar?-

Berek siguió llorando incapaz de responder y Nava, viendolo como un ser patetico, solo dijo

-mandare llamar a Shagini, para que se encargue de ti-

el demonio emergió detrás del guerrero, estaba confundido ¿porque ahora Nava, su amigo actuaba así?

-¿de que rayos hablas Nava?-

el joven rey lo miro, casi sin darle importancia, disfrutaba del sufrimiento de Berek pero al mismo tiempo era consumido por un profundo arrepentimiento y una mezcla de ira y desesperacion se apoderaron de el

-¡librate de el! ¡no quiero verlo!-

Shagini miro a Berek y luego a Nava, su mascara no mostraba emoción alguna, pero su postura claramente indicaba que estaba indignado

-¿acabas de darme una orden?-

el demonio creció, mas alto que ninguna montaña, mas ancho que la tierra misma, cubrió la habitación con su ser y su oscuridad mirando con su mascara de hueso a Nava, cubriendo todo con su única infinita.

¿asi iba a caer el sexto rey de Kima? ¿con un einado de media semana? El demonio lo miro a los ojos, pudo haberlo matado allí y en ese momento. Después de todo ese no parecía ser el Nava que en el pasado le había llamado amigo. Pero un detalle capto su atención, la lagrima de dolor que el joven rey dejo escapar, Shagini vio sus ojos y en sus oscuras pupilas se vio a si mismo

-quieres morir ¿no es así? Terminarlo todo y que no sea tu culpa, haciendo lo que crees que deberías hacer. No creo que ni siquiera quieras ser rey, eres un farsante Nava-

Shagini hizo una pausa

-Ve a buscar a Maria, si eso te hace feliz, aferrate como cucaracha a lo que te mantenga a flote, yo me encargo de Berek, como favor y nunca mas me des una orden-

el demonio volvió a su forma original y engullo al guerrero en su manto negro para llevarlo al bosque, donde nunca mas lo volverían a ver.

Flor, reina bruja de los pueblos del Este, miraba impaciente el limite del bosque eperando el regreso de Berek. Su cuerpo lleno de cortes y cicatrices, moretones, heridas... La reina sabia que había pasado por mucho para llegar a donde estaba y también sabia que mucha gente trataria de asesinarla en su estado actual para convertirse en rey. El sol descendia al otro lado del bosque, iluminando por ultima vez en el día las hojas de los arboles torcidos. Mientras Flor se lamentaba en silencio noto que algo brillaba entre los arboles, un punto rojo que parecía llamarla. Sin siquiera acercarse, Flor supo con terror lo que era; la puerta roja diciendole que se acercaba.

La joven reina entro en sus nuevos aposentos, a los que había remodelado para quitar la peste Kervadir del palacio, se sentó sobre su cama de seda de sabanas azules y se dijo

-necesito un ejercito-

esa noche la reina del este no durmió bien, ni ninguna de las noches que había por venir y en el bosque de arboles torcidos, por primera vez en un siglo, el ultimo de los dragones alados de Kima descendió de las montañas pues sus hermanos habían sido vengados y el clan Guldavir había desaparecido. O al menos eso pensó Amanadiel.

La Guerra De Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora