¿Crees en la reencarnación? pues en esta historia de los ocho pecados capitales y aquí encontrarás la trágica historia de dos amantes que vieron morir al amor de su vida pero con el paso de los años se reencontraron junto con las respuestas a las in...
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Lena había despertado hace ya un tiempo y esto fue gracias a los rayos de sol que se colaron por su ventana y aunque le daban directo en la cara ella se negaba a moverse y esto era porque estaba totalmente pasmada al notar que el olor de Ban era exactamente como ella recordaba: alcohol y limón, el olor peculiar que a ella le embriagaba, a parte de eso ella estaba muy ida viendo cada facción de Ban, sus labios, su nariz, sus ojos y su todo, no quería olvidar nada de su rostro pues sentía que hacerlo sería un pecado, su mano se movía a cuenta propia porque verlo ya no bastaba, quería tocarle y que sus manos también le recordaran cada día de su vida.
-¿Qué me estas haciendo, zorro?- susurró Lena mientras acercaba su mano a sus labios, movimiento que fue interrumpido porque el zorro de la avaricia había abierto los ojos.
-Buen día, cuervo- decía el pecado mientras se levantaba de su cama.
-Buen día, zorro- decía Lena mientras veía como se ponía la parte superior de su ropa.
La chica se sonrojo cuando notó que el sol daba por sobre él y mayor fue su sonrojo cuando él le dedicó una de sus sonrisas perfectas. Sin más que hablar la chica también se levantó para tomar su ropa la cual Merlín le había dejado en la silla por su petición.
-Necesito cambiarme, zorro-
-Hazlo, no me quejo-
-Idiota- dijo en susurro la reina de las hadas.
-Iré al baño- dijo Ban para retirarse y dejar a la chica.
La chica prosiguió a cambiarse rápido, poniéndose una blusa negra que llegaba arriba de su ombligo junto con su broche y unos pantalones negros también para después tocar la puerta del baño como señal de que era momento de salir.
-¿Y esas ropas, no ayudarás en el Bar?-
-Me temo que no, hay cosas que debo hacer-
-Entiendo.-
-Solo no me extrañes mucho, zorro- le dijo mientras le guiñaba el ojo y luego se daba la vuelta.
Ambos bajaron al bar mientras veían que todos estaban reunidos con una cara seria.
-¿Y esa ropa, no ayudarás en el bar, Lena?- dijo Meliodas mientras examinaba el trasero de la chica.
-Me temo que no, necesito hacer algo- respondió.
-¿Por qué tan serios?- preguntó el de ojos rojos.
-Todos quieren saber sobre ti, Lena- explicó Merlín.
-Lo supuse- dijo mientras tomaba asiento -Pregunten-. Soltó la chica.
-¿Por qué ayer tus ojos eran negros y ahora no?- consultó tímidamente Elizabeth.
-¿Por qué tienes un rombo negro en tu frente?- siguió Diane.