Capítulo XX

16 2 7
                                    




Pasó exactamente una semana desde ese día en el hospital hasta que me llamaron otra vez porque los resultados habían llegado. El tatuaje me dolía como nadie, pero no podía estar más feliz de atreverme a hacerlo, antes pregunté, por supuesto, y menos mal que mi oncólogo me dijo que podía hacerlo perfectamente. Fui sola a la consulta, ni siquiera llamé a Óscar ni a Carla para que me acompañaran. Por mucho que haya aceptado que esto no lo puedo pasar sola, este momento, justo este momento, creía que debía enfrentarme a él por mi cuenta.

Entré por las puertas de cristal del hospital tiritando, a pesar de no ser muy entrado el otoño ya hacía frío y era indispensable mi bufanda roja burdeos de lana que me hizo mi abuela cuando yo era pequeña.

Es de lo más calentito que tenía, y me recordaba tanto a casa ...

·     Hola Alba ¿Otra vez por aquí? – me saluda Charo, la mujer de información.

·     La verdad es que sí, espero que para poco tiempo.

·     Seguro que sí ¿Y dónde está el guaperas que casi siempre te acompaña desde hace unas semanas? – tengo que decirlo, desde que vine un día con Óscar no hay momento en el que no declare su amor. Yo siempre me río, tanto por el comentario como por la cara que pone el pobre.

·     Pues lo he dejado en casa ultimando los ensayos para un concierto que tiene en Valdemoro. Le falta poco para cerrar todo con Sony así que no quiero darle mucho la lata.

·     Home, por favor, con lo coladito que lo tienes, no le importará. Pero bueno, es tu decisión. Ya sabes el camino.

·     Si... - le respondí yo, con un nerviosismo latente.

El camino se me hizo aún más largo hoy, yo había aceptado la enfermedad pero seguía provocándome pavor todo lo que tenía que ver con el tratamiento y esa gran palabra, QUIMIOTERAPIA. Básicamente estaba cagada. Cagada con todas las letras, pero estaba dispuesta a enfrentar todo y a todos.

Me senté en la sala de espera para cuando me llamen. No dejaba de comerme la uñas y de mover la pierna de un lado a otro, otro hábito nervioso que cogí cuando me pasó lo que me pasó, aparte de rascarme los brazos.

·     ¿Alba? – me dice el enfermero.

·     Sí.

·     Ya puedes pasar.

·     Gracias.

Pesadamente me levanté, cogí mis cosas, y me acerqué a la puerta. Solamente necesitaba ver a los ojos de mi oncólogo para saber si las noticias eran buenas o malas. Abrí la puerta poco a poco y entré en esa consulta que en las últimas semanas me ha empezado a resultar demasiado familiar.

Sergio, mi oncólogo, tenía una expresión neutra, y yo pensaba que eso era una gran mala señal.

·     Por favor, si son malas noticias dígamelas rápido, sin medias tintas – le ruego yo, con el corazón a mil y sentándome en la silla, con cuidado.

·     A ver Alba, sabes que la leucemia te la hemos cogido temprano.

·     Sí lo sé, como sé que eso no quiere decir nada.

·     Pues creo que esta vez vas a tener suerte.

·     ¿Qué? – tenía que haber estado soñando.

·     Que la variante que te hemos detectado es de importancia menor, con quimioterapia en dosis pequeñas debería ser erradicado el cáncer y así poder estar curada del todo, con el consiguiente seguimiento. Hay que seguir haciéndote las pruebas a lo largo de las siguientes semanas pero puedo decir, sin género de dudas, que eres una afortunada, casi nadie de tu edad se le coge tan temprano y con tatas posibilidades de pasarlo. Eso sí tenemos que ir con tiento, con estas cosas nunca uno puede estar al 100% seguro de nada.

El Inicio del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora