Capítulo II

41 13 0
                                    



Luis y Carla eran mis compañeros de piso, los dos mejores amigos desde que eran críos, y los dos absoluta y completamente colados el uno por el otro, pero sin querer reconocerlos por su puesto. Ahora en serio, sus discusiones por gilipolleces que se repetían en el día a día y que tenían más de tensión sexual que de otra cosa me tenían harta.

Los dos tenían 25 años, un poco más que yo, y trabajaban en una empresa de desarrollo de aplicaciones educativas. A pesar de esas similitudes no podían ser más diferentes. Luis está loco, le podía hacer la competencia a Andre en ello, le gustaba mucho ir de fiesta, salir con sus amigos de toda la vida, y hacerle la vida imposible a Carla. Ella por el contrario es más tranquila, aunque cuando quería podía ser un terremoto, muy cinéfila y muy bibliófila, aunque su verdadera pasión es la montaña, por eso Madrid no le sienta muy bien.

A pesar de esas diferencias cualquier día de estos los encontraba en el sofá con la lengua del otro hasta la campanilla, y ojalá porque ya me tenían un poco harta de tanto griterío y luego miraditas como si no hubiera pasado nada.

La verdad es que no me apetecía nada meterme en lo que estuvieran hablando, así que entré con cuidado en casa para no ser descubierta, dejándolos en el salón tirándose los trastos a la cara, y me encaminé rauda a mi habitación.

Mi habitación no era muy grande la verdad, con una pequeña cama individual, un escritorio lo justo para que estuviera lleno de mis papeles, un armario pequeñito para la poca ropa que me traje de casa y la inexistente que compro, y por supuesto mi estantería. Lo único que me alegró el primer día que pisé este piso fue la gran estantería que podía llenar de libros y de mis recuerdos de casa.

Lo primero que hice fue mandar traer de mi casa todos mis libros favoritos, todos míos, gracias a la ayuda de mi tía Isa y Carlos. Luego la decoré a mi gusto, unas luces, la cajita de música gemela con la que tiene Ari en su habitación, la foto mis hermanos y yo de vacaciones en Galicia, nuestras primeras vacaciones solos, y cosas pequeñas que fui recolectando durante estos dos años en Madrid.

En el escritorio, ahora mismo hasta reventar de papeles y más papeles, se encontraban las dos cosas que más apreciaba a parte de mis libros, mi ordenador y mi libreta de escribir, mis compañeros de viaje en mis largas horas sola.

Mientras abría el ordenador para comprobar que tenía todo hechos para las clases online de hoy, además de vaciar mi bandolera con los papeles y las tareas de hoy, oigo un estruendo y la puerta de mi habitación se abrió de repente.

El huracán Carla había llegado.

- Dios, le quiero arrancar la cabeza, en serio – se queja mientras se tiraba en mi cama para darle puñetazos a las almohadas.

- A ver, ¿y ahora qué ha hecho Luis? – siempre era lo mismo, discutían por algo que ÉL había hecho, cuando en muchos casos era algo alentado por ella.

- Argrgrgrrgrgrgrgr – dijo con la cabeza enterrada en mi gran almohada, algo de lo que siempre estaré orgullosa de mi habitación - ¿Tú qué crees? – me responde levantando la cabeza y mirándome con esos ojos llenos de furia y enfado. Luis debía de haber hecho algo muy malo para poner así a Carla – que hoy va el tío y me monta un numerito de celos en el curro que no venía nada a cuento. Joder, que es mi amigo, ni mi novio ni mi padre.

- Eh... eso no me lo esperaba – la verdad es que no, y por ello estaba más intrigada todavía.

- No te hagas ilusiones que nos conocemos – se queja ella, sabiendo perfectamente por dónde iba a ir – A ver, que estaba Javi, el chico este tan majo que te dije que se paraba a hablar conmigo en la cafetería de la empresa, que siempre habla de la colección de vinilos que tiene en casa.

El Inicio del AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora