Capítulo XXII

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Las horas que pasaron en la fiesta fueron a mejor, conocí a tanta gente, y me lo pasé tan bien con Óscar, incluso me presentaron a otra chica que estaba como yo, empezando, y se llamaba María. Ella era del norte y estaba en Madrid como yo, persiguiendo su sueño de escritora. Ahora la misma editorial que yo le iba a publicar su primera novela, una de fantasía y tal como me contó tenía una pinta increíble. Hasta nos dimos los teléfonos y todo. Estaba siendo una experiencia increíble, tan increíble que no me di cuenta de lo que se venía.

Ya era tarde cuando estaba tan cansada, no me había dado cuenta del tute que nos pegamos, que me puse a buscar a Óscar por toda la terraza. Hacía un día espectacular para ser ya finales de octubre. Estaba ya preparada para llamarle por el móvil porque no lo encontraba cuando doblé una esquina y allí estaba, fumando apoyado en la barandilla de la terraza, y hablando con Rebeca.

"Esta chica parece que está hasta en la sopa"- pensé, mientras los contemplaba. No era una persona celosa, nunca lo había sido, por lo que les dejé hablar, y tampoco era maleducada y les iba a interrumpir. Estaba a punto de irme y esperarle en otro lado cuando me fijé en su incomodidad, estaba tenso, y Rebeca estaba demasiado cerca de él, riéndose y tocándole el hombro. La escena era demasiado y decidí que hasta ahí.

· Óscar – le llamé acercándome. Él se giró y la sonrisa de alivio que puso me quitó todas las dudas.

· Hola cariño – me respondió, dándome un beso corto, y acercándome a él abrazándome la cintura.

· Ah, hola Rebeca ¿qué tal? – le pregunté yo, amable ante todo, con una sonrisa sincera. No quería malos rollos, si algo me ha enseñado mi enfermedad y las charlas con mi tía es a no tener rencor en la visa, siempre vive hasta el último minuto como quieras. Yo quería vivir de forma positiva, e iba a llevarlo hasta el final, aunque ahora mismo me encantaría arrancarle la cabeza.

· Ah, hola Alba, estaba hablando con Óscar sobre la posibilidad de que participara en un show cultural que va a hacer la revista, además de hacer un reportaje sobre su música, que según me ha contado dentro de poco va a tener un disco – me contesta ella, con una sonrisa de malicia. Yo la volvía a contestar con respeto y amabilidad, vamos a tener que trabajar juntas, y ante todo era una gran oportunidad para él y para mí.

· Buah ¿en serio? Eso está genial Óscar.

· Ya, la verdad es que sí – él no sonaba muy entusiasmado, luego tendría que preguntárselo.

Se formó un silencio incómodo entre nosotros, y para no agravar la situación le dije a Óscar:

· Cariño ¿podemos irnos? Es que estoy un poco cansada – le dije yo.

· ¿Cansada? ¿Estas bien? – me pregunta preocupado, pasándome una mano por la frente.

· Si, tranquilo, solo cansada – le dije yo con una sonrisa por el gesto.

· Pero Alba ¿no vas a hablar sobre el señor Buenaventura para el reportaje? Yo no quiero ser maleducada pero yo ya tengo muchos proyectos encargados, entre ellos el tuyo, Óscar, y tenemos que concretar cuándo y dónde nos vemos.

"En serio esta chica no pilla las cosas"- pensé.

· Tranquila, ya me dijo el señor Buenaventura que ya hablará con Paula y concretarán los detalles. Y ahora nos vamos a casa, que estoy para el arrastre.

Y con una sonrisa, tanto mía como de Óscar nos fuimos, me despedí de María prometiendo quedar, de Paula para hablar de los detalles del reportaje, y nos fuimos a coger un taxi para casa. Cuando cerramos las puertas del coche, la carcajada fue mutua.

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