capitulo 7: Control

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Cuando Anabelle salio del edificio pudo notar el aire frío que corría por la ciudad, eran finales de noviembre después de todo, y su vida había recobrado un poco de normalidad, todo después de que la bruja le hubiera dado el talismán.
Hacía un tiempo que estaba frecuentando a una bruja, a petición de la adivina, y para ser sincera, la primera impresión había sido muy simple, esa mujer parecía todo menos una bruja; la joven debía admitir que si la viera por la calle nunca se le cruzaría por la mente el hecho que pudiera ser una bruja, ya que, en efecto, era completamente lo contrario a la imagen de la bruja fea y anciana que volaba en una escoba que le habían inculcado desde niña, era una bruja en el mas puro estilo siglo XXI, con una impecable forma de vestir, un nombre nada fuera de lo común: Sofia, con una casa hermosa y fluida, y con un temperamento muy peculiar; en su primera visita la había regañado por haber llegado muy temprano, en la segunda, por llegar muy tarde y finalmente en la tercera, que había llegado puntual, tuvo que esperar cerca de quince minutos a que llegara a casa.
Al salir a la calle decidió ir a su casa caminando, puesto que tenia que pasar por un parque que ofrecía un regalo para la vista en esa época del año, además de pasar por una tienda de dulces comprando algunos encargos de Sean; el y su padre habían regresado hacía una semana después de un mes de campamento, ambos bronceados por el sol, exhaustos, pero rebosantes de alegría, lo cual solo vino a avivar las preocupaciones de Anabelle, ya que el peligro al que se verían implicados seria mayor; para contrarrestar esto, la bruja le había dado un medallón, el cual había sido atribuido con un ritual de protección que debería servir para mantener a ralla a la parca por un tiempo.

Ya en su casa volteo a ver hacia el pequeño libro que tenia en la mano, era la primera vez que lo hacia, no porque no tuviera tiempo ni mucho menos, sino porque, simplemente no le había interesado; el pequeño libro era un manual de ritos de magia blanca, instituidos por un sacerdote celta en el siglo XV, en el libro se encontraban ritos de protección, ritos de purificación, rituales de control y ritos de expulsión.
Los dos primeros podían ser aplicados por cualquier persona, pero los ritos de control y de expulsión debían ser realizados por alguien iniciado en los misterios de la magia, ya que trabajaban fuerzas capaces de corromper el alma humana si no se tomaban en serio.

Anabelle entendió entonces el motivo por el cual la adivina la había enviado donde la bruja; seria iniciada el la magia, para así de esa forma ser capaz de controlar el poder demoniaco que residía en su interior, si no lo lograba, harían un exorcismo. A Anabelle le parecio más normal de lo que esperaba, a esas alturas había aprendido a confiar en la adivina, pero seguía incomodandole algo, ¿por que la adivina la había enviado donde la bruja si podía haberse encargado de todo ella sola?, supuso que el conocimiento de la bruja seria mayor que el de la adivina, así que le resto importancia.
Estaba sumergida en estos pensamientos cuando sintió una oleada de aire helado, no helado como los vientos de noviembre, no, helado como si estuviera frente al frigorífico. Anabelle no se sorprendió, sabia lo que significaba, el poder del talismán se estaba acabando, pero aún había esperanza, y Anabelle había decidido no temer mas y afrontar todo lo que pudiera pasar con tal de proteger a su familia.

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