Esa noche Anabelle se durmió un poco tranquila, pero a la mañana siguiente se despertó agitada, había tenido el mismo sueño, ese en el cual estaba en el cementerio y veía una tumba con su nombre en la lapida.
Hacia el medio día empezó a sentirse mareada así que volvió antes del trabajo, y se durmió al punto en cuanto toco la cama.
Michael llego junto con Sean, lo habían llamado de la escuela diciendo que Anabelle no había pasado por él.
Cuando entro a la casa se sorprendió de no ver a Anabelle preparando la cena, como otras veces sino que la casa se encontraba en el mas completo silencio.
–¡Anabelle, Anabelle estas en casa?–pregunto extrañado, pensando en que habría pasado para que Anabelle no pasara a recoger a Sean, sobre todo porque era la primera vez que no lo hacia.
–¡mamá, estas ahí?–esta vez era Sean, preguntándose porque su madre no contestaba.
Siguiendo una corazonada, Michael llego a la alcoba, encontrando a su esposa dormida profundamente, de una forma tan tranquila que decidió no molestarla.
Tarde esa noche Anabelle despertó, con Michael a su lado, aun despierto y leyendo "príncipe y mendigo", había tomado el hábito de leer hasta tarde para conciliar el sueño.
– por fin despiertas, ¿qué fue lo que te sucedió, porque regresaste antes?–pregunto Michael a una somnolienta Anabelle.
–Me sentí mal, tenia mareo, jaqueca, en fin un sinnúmero de problemas.
–no estas embarazada, ¿verdad?– pregunto Michael, emocionado, pues siempre había querido ser padre.
–no, no lo estoy.
–¿estas segura, completamente segura?
–una mujer sabe cuando eso pasa, y más una que ya es madre.
–pues que lastima, Sean necesita alguien con quien jugar.
–¿no sera mas bien que tu quieres tener un hijo, Michael?–pregunto Anabelle con una sonrisa.
–no, bueno si, digo, todo el mundo sueña con ser padres, ¿no?–dijo Michael con timidez.
–podemos intentarlo, ¿cierto?–dijo Anabelle muy divertida.
–a que te refieres, espera, dices de intentarlo ¿ahora?–dijo Michael ruborizándose.
–calla y besame tonto-dijo ella, tomándolo del cuello y dándole un profundo beso.
Empezaron a acariciarse mientras se besaban, a arrancarse la ropa del cuerpo hasta que ambos estaban desnudos, riéndose y haciendo el amor con la ternura pero también con la pasión que los caracterizaba, despacio, armónica y dulcemente fundieron sus cuerpos hasta que quedaron hechos uno, en cuerpo y alma, "te amo, te amo mucho" dijo Michael, "lo sé" respondió Anabelle, dándole un beso en la frente, "lo sé, y yo te amo a ti, te amo con locura".
Anabelle durmió placenteramente esa noche, sin tener ninguna pesadilla ni mal sueño, mas bien durmió tranquilamente, sintiéndose tranquila y segura entre los brazos de Michael.
Despertó tarde en la mañana, pues había decidido tomarse el día libre, y como toda persona normal al ver el reloj, decidió seguir durmiendo.
Largo rato después sintió que alguien le hablaba, "debe ser Michael", pensó, pero luego recordó que Michael estaba en el trabajo, que Sean estaba en la escuela y que a esa hora la casa se encontraba vacía.
Sobresaltada se levanto volviendo la vista alrededor, deteniéndose en una esquina de la habitación, ahogando un grito y casi llorando del terror absoluto que se apodero de ella, un terror que comenzó en las piernas y le recorrió todo el cuerpo, dejándola en trance, incapaz de moverse o de hablar, sólo observando.
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Cronicas de la marca
Mistério / SuspenseUna joven emprende una travesia de autoconocimiento y de misterio alrededor de una extraña marca en su cuerpo, sin saber todos los misterios que en ella residen