Capítulo 5: En las garras del mal

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-Tienes mucho poder mi niña,¿seguro que te quieres deshacer de el?- Pregunto Agatha, la adivina cuando, en una visita de Anabelle a su tienda esta le pregunto los riesgos del rito.

-Yo no tengo ningún poder- Contesto extrañada Anabelle, puesto que ninguna habilidad mística había aparecido nunca en ella. Conocía los casos de personas que tenían poderes psíquicos, como ver el futuro, telepatía o visiones, pero ella no era el caso, no podía mover objetos con la mente o ver el futuro, ella era simplemente una persona común y corriente.

Pensó en las palabras de la adivina durante el resto del día, tratando de entender su significado, sin éxito alguno.

Tarde esa noche empezó a sentir escalofríos, además de una intensa y misteriosa energía, fluyendo a través de ella y en sueños le pareció ir a un lugar que no conocía, a una casa, en un bosque de cuya existencia no tenia idea, luego todo desapareció; a la mañana siguiente se despertó con jaqueca, y se sorprendió mucho al descubrir, en el piso, tierra fresca en forma de pisadas, algo así como si hubiera entrado alguien, pero se desconcertó mas al darse cuenta que las pisadas entraban pero no salían, sino más bien se detenían a la par de la cama.

Cuando bajo a la cocina sintió una corriente de aire frío y, al darse vuelta, descubrió a un extraño anciano sentado detrás de ella, tenia un raro aspecto, vestía con un abrigo y un sombrero color crema y despedía una extraña sensación de frío, frío de muerte...-¿Quien eres y como entraste a mi casa?- Pregunto alarmada Anabelle, retrocediendo unos cuantos pasos.

-Felicidades, el primer trabajo fue todo un éxito, no me lo esperaba debo decirlo, pero veo que puedes dar más de lo que muestras a a simple vista- dijo el extraño en un tono de voz algo maquiavélico.

-¿A que te refieres, que quieres decir con "el primer trabajo"- pregunto Anabelle, tratando de pensar en que querría decir ese raro personaje.

-Oh, así que no lo recuerdas, bien permiteme refrescar tu memoria dijo el viejo chasqueando sus dedos.

Al instante se encendió la televisión, mostrando la noticia del asesinato de un anciano en misteriosas condiciones, en una cabaña en el bosque. Anabelle retrocedió asustada recordando el sueño, con un terrible presentimiento rondando su mente.

-¿Recuerda ahora, señorita?- dijo el viejo con una macabra sonrisa que Anabelle conocía muy bien.

-¿Quién eres?- pregunto Anabelle sollozando, con un presentimiento que esperaba fuera falso.

-¿No me reconoces?, bien, ¿que tal así?- dijo el viejo mientras se iba transformando hasta convertirse en una sombra, y al punto dijo, con una horrible voz- ¿ahora si me reconoces?

Anabelle quedo pasmada de miedo, no por ver a la aparición de nuevo, sino porque eso parecía confirmar sus sospechas.

-¿Quién asesino a ese hombre?-pregunto ella, llorando, pues ya conocía la respuesta.

-Creo que tu ya sabes la respuesta, ¿o no?, basta con mirar tus manos- dijo la viejo o, mejor dicho, la sombra.

Al hacerlo Anabelle las encontró llenas de sangre, y supo entonces que no había sido un sueño, que todo había pasado en la vida real.

-Te dije que serias mi esclava, lo recuerdas, y un esclavo hace el trabajo sucio por su amo- dijo la sombra con una carcajada, desapareciendo en el aire.

Anabelle se dio cuenta de lo que eso significaba, ella había matado a un hombre y ni siquiera lo recordaba, ella era un títere, y la parca era quien la controlaba, y si ya lo había hecho una vez, bien podría hacerlo una segunda, una tercera, o incluso muchas más...

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