El médico volvió a entrar en la sala. Se acercó a la camilla de Mónica, y depositó cuidadosamente una cajita de pastillas que ésta debería tomar.
Patrick, al ver la caja, recordó como en el patio se había llevado una a la boca, mientras le hablaba sobre sus aptitudes como escritor. ¡Joder! ¡Debió haberlo imaginado! No se trataba de un caramelo, si no de una pastilla para contrarrestar su enfermedad...
-Olvidé tomármelas en la cena. Y por eso me desmayé.
Patrick se quedó pasmado. ¿Eran esas pastillas las que le hacían sostener su vida? ¿Podía pasarle algo tan grave con no tomárselas por una noche?
Comprendió que debía de llevar una vida muy controlada. Porque Mónica tenía anemia.
Según le explicó, ella tenía muy poca hemoglobina en la sangre y, por tanto no tenía un nivel muy elevado de energía.
Por eso debía tomar hierro a base de esas pastillas, por una simple sustancia de su cuerpo que no funcionaba como debía.
Por eso se mareaba, se cansaba con mayor facilidad que el resto de la gente y por eso todos sus desmayos.
Sin embargo, ella había llevado una vida muy normal siempre. Tenía que ir al médico cada dos semanas, para hacerse estudios médicos y para controlar la medicación, pero nada más.
Aunque ella siempre había tenido la sensación de que una vida así no iba a durar para siempre.
Toda esta historia conmovió muchísimo a Patrick. ¡Quién iba a imaginar que una chica tan hermosa como la que vio en San Diego iba a padecer algo tan horrible!
-Y, ¿no hay nada para que se te pase?- le preguntó con esperanza.
Mónica agachó la cabeza.
-Hay varios tipos de anemia. La primera es leve, y se pasa a lo largo del tiempo con la ayuda de los médicos. El segundo tipo, en cambio, es mucho más peligroso ya que es hereditario y lo llevas en tus genes, hasta que un día se despierta y no te deja seguir viviendo igual que lo hacías antes. La medicación alarga la vida del paciente pero no evita que la vida de éste acabe algún día sin remedio, cuando toda su hemoglobina desaparezca- hizo una pequeña pausa, mirando a Patrick a los ojos- Yo, he tenido la mala suerte de sufrir la segunda.
Una lágrima salió de su ojo izquierdo y otra del derecho, más grande.
Patrick no podía verla llorando. Ya sentía demasiada pena por ella como para verla en ese estado de desesperación.
-Escúchame, Mónica. A pesar de lo que pase a partir de ahora, no olvides que yo siempre estaré contigo. Jamás te abandonaré.
Y, agachándose, depositó sus labios sobre los de ella. Sabía que un beso de amor sería la mejor medicina que pudiera existir, en ese momento.
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© Siempre recordaré tu estrella
RomanceSi alguna vez, en el momento más inesperado, perdieras a tu gran amor, no pierdas la cabeza. Patrick es un chico de 17 años que acaba de conocer a su mayor tesoro, Mónica. Vivirá una genial historia de amor pero que se encaminará a un trágico final...