18. El gran concierto

53 7 0
                                    

A la mañana siguiente, Mónica se dedicó plenamente a ensayar piano. Quería superarse a sí misma para lograr ser escogida por el cazatalentos. Al fin y al cabo, era una oportunidad única para cumplir su sueño, y, no podía desaprovecharla.

Dentro de aproximadamente 23 horas, daría su concierto en el salón de actos del instituto, tal y como se lo había pedido el director.

Sospechaba que más músicos como ella, competirían por aquella beca y tenía que ensayar al máximo para sobresalir del resto.

Estaba tocando una obra de Saint Saens. Era una pieza muy enrevesada con un montón de pasajes imposibles, dignos de ser tocados por un virtuoso del piano. En este caso, la obra estaba en buenas manos. Mónica no se consideraba precisamente una virtuosa, pero la gente de su alrededor sí lo creía. Y no era de extrañar, porque sus dedos volaban sobre las teclas del piano y pulsaba las teclas con una gran facilidad.

Esperaba que, al menos todo ese esfuerzo que estaba haciendo para tocar a la perfección la complicada obra, se viera recompensado al final.

***

Las seis y media de la tarde. Dentro de media hora comenzaría el gran concierto. Mónica estaba de los nervios. Había ensayado en el escenario del gran salón y, aquel piano, más grande que el de la sala de música, si cabe, le imponía muchísimo respeto.

¿Y si se bloqueaba o quedaba en blanco ante la mirada de todo el público y el cazatalentos? ¿Qué ocurriría entonces? Esas ideas le preocupaban mucho. Sin embargo, tenía asegurada la difícil obra y pensó, que con tanto estudio, sería imposible fallar una sola nota.

Se asomó por la parte trasera del escenario, donde esperaba a que comenzara el concierto y pudo ver como una joven violinista que debería de tener unos dieciséis años interpretaba una obra muy compleja. Al nivel de la suya. Le pareció asombrosa la seguridad con la que esa chica tocaba el violín. Sin desafinar una sola nota.

Al lado de la chica, estaba Toby, que, cómo no, era el organizador de todo el concierto.

Mónica reconoció que le vio más guapo que en los días anteriores, y es que, se había vestido muy elegante con un traje negro y unos zapatos italianos. Sin embargo, aquel chico le traía tan malos recuerdos, que no podía dejar de mirarle con un atisbo de odio en sus ojos.

Cuando la violinista acabó de ensayar, Toby se dirigió hacia ella y la miró de arriba abajo.

-Hola, Mónica. Qué guapa estás. Mucha mierda.

A Mónica se le subieron los colores. Ese chico le ponía nerviosa. No sabía si era por su traje, su cuerpo -fuerte y esbelto- o tal vez por sus ojos azules cristalinos, en los que casi se podía ver reflejada.

Justo después, oyó un pitido que procedía del bolsillo de su mochila que había dejado en el suelo. Apostó a que era Patrick deseándole buena suerte.

Sacó el aparato de la mochila y comprobó que tenía un mensaje... ¡Ajá! ¡De Patrick!

"Preciosa, quería desearte mucha suerte. Que sepas que aunque a ese cazatalentos no le guste tu actuación, tú siempre serás para mí la mejor pianista."

Se emocionó un poco al leer el mensaje. Y, se secó rápidamente las lágrimas que recorrían sus sonrosadas mejillas para que nadie la viera en ese estado sentimental. Supuso que la mezcla de los nervios y del amor que sentía por Patrick reaccionarían así en su organismo: haciéndole que se le saltaran las lágrimas.

***

Y, salió de detrás del telón. Todo el mundo le aplaudió. Y no era para menos. Su entrada fue completamente espectacular. Mónica vestía un precioso vestido corto negro con unas medias del mismo color y unas bailarinas.

El pelo lo llevaba recogido en un moño alto. Patrick la vio como una pianista profesional desde ahí abajo. La vio como alguien mucho más importante de la chica que conocía. Él había conocido a Mónica. Pero allí encima del escenario, era Mónica La Pianista.

La chica saludó al público con delicadeza, profesionalmente.

Después, colocó bien la banqueta del piano, de manera que estuviera cómoda durante toda su actuación y, se sentó.

Comenzó a tocar con mucha fuerza. Con gran seguridad. De manera que parecía que iba a arrancar las teclas del piano. No usaba partitura pero no le hacía falta, ya que todos los pasajes, y virtuosismos de la obra estaban en su cerebro. Patrick se quedó embelesado oyendo la maravillosa música romántica de Saint Saens, al igual que el público.

Era una obra preciosa. Cada nota parecía estar conectada a la siguiente, formando líneas melódicas increíbles.

Mónica. Su novia. Su amor. Era aquella chica que en aquel momento estaba ahí arriba del escenario sentada al piano y, siendo observada por todo el mundo.

Al acabar su brillante interpretación, el público comenzó loco a aplaudir. Algunos incluso silbaban y gritaban "¡Bravo!"

Mónica se levantó y volvió a saludar, esta vez sonriendo al público. Y, esa sonrisa hizo recordar a Patrick que era su Mónica. La chica más perfecta del mundo.

© Siempre recordaré tu estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora