17. Lluvia de estrellas

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Aquella tarde no tardaron en llegar nuevas noticias. En primer lugar, a Patrick le habían admitido en la Universidad de Chicago, donde quería estudiar para convertirse en un veterinario. Y, por supuesto, Mónica intentaría con todas sus fuerzas estudiar piano en Viena.

Otra de las grandes noticias, era que aquel día por la noche, se daría uno de los acontecimientos más importantes del año. Según escucharon decir a los demás alumnos del Jersey School, aquella noche habría lluvia de estrellas. A Mónica le pareció un evento muy especial al que no podían faltar.

- Tenemos que ir, Patrick...- imploró la chica.

-Sí, claro que iremos.

Mónica estaba muy feliz en aquel momento, y, Patrick pensó que sería genial verla ahí, sentada en el césped, observando asombrada cada una de las estrellas que caían del cielo. Él, mientras tanto, contemplaría los ojos verdes de Mónica bajo el brillo de la luminosidad de la estrellas. Se preguntó si podría verlos todavía más bonitos que a la luz del día.

Sería un momento único para los dos, y, tal vez uno de los más memorables de sus vidas.

***

Patrick esperaba a Mónica sentado en el húmedo césped del parque al lado del instituto. Una vez allí, pudo comprobar que muchas caras le resultaban conocidas. Como la de Buster el matón del cole, la de Mary la rubita pija y egocéntrica y, -cómo no-la cara grasa y llena de acné de Rita.

Todos se habían reunido para contemplar el espectáculo más increíble y sorprendente del año. En ese momento, a Patrick le gustaría saber algo más de Astronomía y se arrepintió de no haberla escogido entre las posibles optativas. Tal vez si la hubiera elegido, ahora conocería el por qué de la caída de las estrellas. El por qué de todo el Universo. El por qué de cómo se creaban chicas tan preciosas como la que tenía delante suyo.

Mónica estaba de pie en frente. Había aparecido de la nada mientras él hacía suposiciones sobre las estrellas. ¿Por qué? ¿Por qué existirían chicas tan perfectas como ella? En este caso, Patrick conocía la respuesta: para enamorar a chicos tan sencillos como él.

La chica resplandecía como si fuera una estrella. Llevaba un vestido morado palabra de honor y unas botas cortas de ante. El pelo, suelto, ondulado y salvaje. Las pestañas, más espesas que otros días, vestían con una o dos capas de rímel y sus labios brillaban por el gloss que se había dado.

Patrick se levantó, le agarró la cintura y le susurró unas preciosas palabras al oído.

- Ahora entiendo por qué las estrellas caen del cielo. Eres la estrella más bonita que he visto. ¿De qué galaxia vienes?

Se besaron. Delante de todo el instituto. Incluso el profesor J. K. T. Robinson los miraba con cierta ternura. Pero les daba igual. De hecho querían que se detuviera el mundo para ellos y que por un instante todo el mundo les viera así, fusionando sus labios, expresando su amor.

Un destello en el cielo, y varios gritos de la gente sorprendieron a Mónica, que separó sus labios de los de Patrick y obligó a Patrick a sentarse en el suelo.

Mónica se sentó apoyando la cabeza en el hombro de Patrick. A su lado, se sintió fuerte, capaz de mover el cielo con sus manos, y muy segura. Sentir el calor de Patrick le hacía encontrarse totalmente fuera de cualquier tipo de peligro, por grande que fuera. Incluso olvidó su enfermedad.

- ¡Miraa!- gritó Mónica, señalando el cielo mientras una estrella se movía de derecha a izquierda.

A Patrick le hizo mucha gracia el gesto de su novia. Estaba completamente alucinada, como si fuera una niña pequeña que jamás hubiera visto una estrella fugaz. Solo le faltaba decir: "Pide un deseo". Aunque, en el fondo, sabía que ella lo habría pedido. ¿Pero qué? ¿Qué le gustaría pedir? ¿Tal vez que su enfermedad acabase para siempre? ¿Ser pianista y cumplir su sueño de viajar a Viena? ¿O tal vez no separarse de Patrick jamás?

Varias estrellas volvieron a realizar el mismo movimiento que la anterior, asombrosamente sincronizadas.

- ¿Crees que son personas?

La pregunta de Mónica sobresaltó a Patrick, que estaba completamente anonadado mirando el cielo estrellado.

-¿Personas?- preguntó para confirmar que era eso lo que realmente le había dicho.

-Sí. Hay una antigua leyenda que cuenta cómo las almas de las personas viajan al cielo, una vez hayan muerto y que se transforman en estrellas capaz de ver y controlar a toda la humanidad desde arriba.

Ahora Patrick comprendía todo. Sí. Él también conocía esa leyenda, aunque nunca la había creído.

-¿Crees que yo también seré estrella cuando muera?

Patrick permaneció en silencio. ¿Por qué tenía que hablar de su muerte? ¿Era el momento más adecuado?

-No lo sé- se dignó a contestar.

- Si es así, ¿prometes que me buscarás en el cielo cada noche?

Patrick tragó saliva intentando deshacer el nudo en la garganta que se le acababa de formar hace un minuto. Y, luego, por fin contestó.

- No olvides que yo jamás olvidaría tu estrella.

© Siempre recordaré tu estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora