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Llegar a la universidad no es la gran cosa que todo el mundo piensa, sin embargo te puede dar los mejores y posiblemente los últimos día de tu juventud. Busque un asiento cerca de alguna ventilador, las universidades públicas son una mierda, los pupitres se encuentran en pedazos, por lo menos solo hay uno o dos ventiladores en las aulas, los catedráticos no tenían ni una mesa donde colocar sus cosas, sin duda el edificio era una completa bazofia, lo único bueno que poseen las universidades públicas es que los catedráticos poseen un conocimiento extraordinario, por lo que el edificio es lo de menos.
—Disculpa, está desocupado este lugar. — por mi mente paso, quien era el imbécil que se atrevía a interrumpir mis quejas.
—Está vacío, puede sentarse. — Respeto, siempre hay que tratar a una persona que no conoces con respeto, a muchas personas se les olvida este pequeño detalle, ya en tu mente puedes juzgar, sin embargo no puedes hacerlo si aún no conoces a la persona.
—Mi nombre es Sebastian, y el tuyo princesa. — Rayos el chico sin duda tenía pinta de ser un disoluto, la belleza que poseía sin duda era su fuerte para conquistar a las chicas.
—Selene. —Sí, llegaba a ser fría y cortante con mis respuestas, pero el sujeto a un no me daba la confianza necesaria como para entablar una conversación.
—Es un bonito nombre, te han dicho alguna vez que eres hermosa, porque si no lo han hecho permíteme ser el primero. — él tipo estaba lisonjeando conmigo y no lo hacía mal, por un momento pensé que José sería un buen maestro para él.
La conversación con Sebastian no se siguió dando porque entro el licenciado a clases, el señor era alto cabello negro, su cuerpo se encontraba fornido, al parecer no era bebedor, pues no tiene la panza que caracteriza a un hombre que bebe tanto, su dedo no llevaba anillo y su porte al momento de estar enfrente te hipnotizaba, sin él pertenecía al sueño húmedo de más de alguna estudiante.
Pensé que las clases me resultarían aburrida, fue una sorpresa para mi verme participando y brindar mi punto de vista en algunos temas, para ser primer día de clases había sido interesante.
«Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber». —Albert Einstein
Cuando termine mis clases me dispuse a ir a la cafetería que se encontraba en la universidad, una vez me acerque vi a José sentado en una mesa, seguro me estaba esperando, hemos estado en las mismas clases, pero no la hemos pasado juntos no siempre se debe estar con la persona que adoras, porque eso significa que dependes de ella, o al menos la impresión que se llega a dar.
—Ha sido un buen día, me ha gustado la clases.
—A mí también me ha gustado, pensé que sería duro, pero no fue así, aunque varias personas me han dicho que porque es nuestro primer día que más adelante sentiremos la verdadera presión.
—A puesto a que así será José. — habían muchos asientos libres en la cafetería pero siempre me ha gustado sentarme en las piernas de mis amigos, ya sean mis amigos con beneficios, como con mis amigos, un fetiche que se me dio con el tiempo, lo bueno es que a mis amigos no les molestaba.
—Selene, un muchacho está viendo en nuestra dirección, es un colocho.
—Seguro es un chico que conocí en la primera hora de clases, todo un don juan, he llegado a pensar que te lo presentare para que le des catedra de como se hace. — termine de decir cuando sentí la mano de José acariciando mi trasero, pero mientras lo hacía, observe a lo lejos específicamente a cinco mesas de donde estábamos un muchacho que se me hacía muy parecido.
El sujeto noto mi mirada sobre él porque me volteo a ver y cuando lo hizo, una mirada que jamás olvidaría, un lunar que siempre me pareció sexy se dejó ver y con ello el recuerdo de una buena experiencia surgió.
—Selene, nos vamos a casa ya.
—Si. —Es todo lo que pude decir.
Luego de un tiempo de viaje llegamos a mi apartamento José se me acerco y no evito el decirme que me tenía unas ganas, la verdad me encantaba que me lo dijera, que un hombre te atrae, ya sea física o emocionalmente, te diga que lo tienes excitado te hace llenar el ego.
Así que un buen sexo para terminar el día no estaba de más, por lo que me acerque a él, los besos con sabor a tabaco que me daba José eran placenteros, sus manos comenzaron a tocar varias partes de mi cuerpo, y las mía se dirigían al único lugar que me interesaba... cuando la ropa quedo sobrando, esta luego de unos minutos desapareció, quedando completamente desnudos. Los dedos de José eran mágicos me encantaba la sensación que provocaban cuando entraban y salían de mi cuerpo, pero me encantaba mucho más cuando su lengua se unía al juego, José era el único hombre que sabe hacerme venir con su lengua y dedos, aunque no lo crean muchos hombres carecen de esa habilidad pues su mente egoísta solo les permite pensar en ellos por lo que son raras las mujeres que tienen orgasmos con un hombre.
Luego de recuperarme acosté a José en la cama y comencé a devolver el placer que anteriormente me había dado, los juegos sexuales siempre son buenos ayuda a que la excitación aumente cosas como toqueteos, masajes o hasta conversaciones sucias logran hacer del sexo algo mucho mejor.
Con José las penetraciones siempre eran lentas al principio, pero una vez acostumbrados se volvían rápidas y duras, me maravilla cuando hala de mi cabello y me penetra de una forma ruda, me fascina que me hable sucio cuando lo hace o que me dé mordidas suaves cuando lo cabalgo, que me deje tomar el control en algunos momentos.
Gimiendo su nombre y llenándome de su manjar hecho de leche, decido que es momento de hacer tarea y ulteriormente ir a dormir, desear que mañana sea mejor.
Les traigo una nueva actualización espero les guste.