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En ese punto, estaba completamente consciente de que las cosas se habían tornado demasiado extrañas para Taehyung. Pero podía asegurar que el mayor sentimiento de desagrado era el mío. Desde hacía días no controlaba mis constantes miradas dirigidas a su rostro, especialmente las tiernas arrugas alrededor de sus ojos cuando sonreía, la semi-abertura de sus labios al encontrarse distraído... Joder, ¿qué estoy diciendo? Bien, ese era otro problema.

Escupía halagos sacados de contexto, lo cual representaba en mí un arrepentimiento inmediato. Era desagradable, porque cada vez que pensaba en lo mucho que me había encantado aquel beso, y lo tanto que necesitaba un coqueteo —incluso inverosímil—, otro beso, tal vez un par de castas caricias en mi cabello mientras y éste era arremolinado por las ventiscas invernales, y así detenernos a observar el firmamento titilante, tumbados encima del techo... Necesitaba volver a probar a Tae como si esa fuera mi única razón de vivir.

Me obsesioné con el pensamiento de que si lo hacía, tal vez me alegraría por un buen tiempo, o por lo menos saldría de la rutina desgastante de mis pensamientos deprimentes. Teniendo en mente aquel objetivo, supuse que lo que salía de mi boca no era más que un impulso inconsciente para tal vez cambiar algo en el presente. Todo aquello parecía tan impropio de mí, y probablemente lo era.

Hacía un par de días le conversé sobre mis inquietudes a Jung, quien reaccionó durante unos segundos con total impavidez a todos aquellos acontecimientos involuntarios que le contaba. Me preocupé de que mi falta de reflexión le hubiera dejado aturdido, pero me sonrió. Aquellos ojos brillosos eran fascinantes, parecidos a todas aquellas miradas que me regalaba cuando no podía quedarse con toda la emoción que le invadía.

Pero ahora ese brillo desprendía un dolor profundo, aquella misma mirada que utilizó aquel chico desamparado rogándome que lo ayudara. "Taehyung te gusta, ¿no es bastante obvio?", manifestó. Entonces lo vi darme la espalda y dirigirse a la cocina, como evitando el tema. No quise seguir hablando de ello, ni decirle que lo que el aseguraba era imposible, que tenía que haber otra explicación para mis cavilaciones. Todo esto lo repasé al tiempo en el que hacía sonar la guitarra junto al resto de los integrantes.

Al parecer distraerme en cualquier otra cosa era la única manera de dar una exposición aceptable, pues, cada vez que subía la mirada y me encontraba con el rostro intranquilo de Tae, equivocarme era cuestión de un par de segundos. Creí que entonces fijarme en el semblante de Jeon era la mejor opción. Realmente parecía estar encantado de vernos ensayar, sonrisa de oreja a oreja y bailoteaba ligeramente, impresionado del talento de mis chicos. Jungkook.

No pude hacer mala cara cuando Tae propuso traerlo a él también, eso habría sido demasiado, y además en cierto modo le agradecía de no permitirse venir solo conmigo. Tal vez con la compañía del menor, mis constantes impulsos de idiotez disminuirían. Pero aquí iba de nuevo, mi visualización desviándose hacia Kim, un nuevo error de mi parte. Todo se detuvo y los muchachos voltearon a verme con una mirada cargada de descontento. Yo era bastante exigente cuando alguno de los integrantes se salía del tiempo, y ahora estaba desarmado.

Sin poder soportar mi propio narcisismo, hice una reverencia ante ellos.

—Lo siento, no me encuentro bien para ensayar el día de hoy —sin dar ninguna explicación, salí del garaje, llevándome la guitarra. No me importaban las miradas que caían sobre mí, aseguré el instrumento sobre la motocicleta y me largué. Que Taehyung y Kook encontraran la manera de regresar a casa. En el camino a la misma, la negación se hacía presente. Pero no habría negación si no hubiera duda, ¿no es así?

No me podía gustar Kim.

Siempre había dejado en claro que lo que una persona tuviera entre las piernas no me importaba en absoluto. En el pasado había llegado a experimentar atracción por algunos chicos. Me podía gustar un chico, pero no este chico. Al llegar a casa, me despojé de la calurosa chaqueta, abrí el refrigerador para encontrarme con la última lata de cerveza. No dudé en tomarla. Me la bebí lenta y pausadamente, pero a sorbos grandes, dejando que la bebida finalmente alejara todos aquellas ideas sobrias.

Le Plume House 🍂 KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora