《En Celo》[KogInu|Yaoi]

Se detiene la búsqueda

Tras la noticia de el celo de InuYasha, se canceló la búsqueda por unos días y el grupo había decidido buscar posada. Pensaron buscar techo en alguna aldea cercana, más en el camino se encontraron una casa a mitad del bosque por donde pasaban.
El lugar estaba en buenas condiciones pero no había nadie al cuidado o viviendo en esta, no pensaron ni dos veces para quedarse en el lugar después de revisar y asegurarse muy bien de que no se hallase nadie ahí. Luego de acomodarse en el hogar, quisieron tocar un poco el asunto con respecto al hanyou.

––Con que en celo...––

El monje puso su mano en su barbilla de forma pensativa, la exterminadora asintió de brazos cruzados estandoa su lado mientras tanto Inuyasha sólo los escuchaba cabizbajo. Aome los observaba en silencio desde el marco de la puerta que daba a la habitación de donde se hallaban, Shippo y Kirara jugueteaban junto a la misma sacerdotisa.

––creí que eso pasaba solo en los  animales...––

La colegiala dijo sin cuidado, Inuyasha respingo algo avergonzado al escucharla. Sango miró a la miko y negó rápidamente con la cabeza para que detuviera lo que sea que quisiera seguir diciendo. Aome cubrió su boca al darse cuenta de lo que había dicho en voz alta y en la reacción apenada de la bestia sentada frente a ellos.

––Inuyasha...––

Él sólo bajó aún más su cabeza, ocultando su rostro. Sus orejas se encontraban bajas, pegadas a su cabellera y sus mejillas teñidas en un notable rosa.

––vamos Inuyasha...––

Aome suspiró pesado después de llamar al hanyou por segunda vez.

––no tienes porque sentirte mal, es normal... o eso creo––

Habló con voz suave y de forma amable la chica sin recibir respuesta del peli plata.

––Aome tiene razón, InuYasha.
Que alguien cómo tú esté en celo es totalmente normal. Recuerda que también hay varias criaturas pasando por esto, no eres el único––

Habló Sango mirándole de forma tranquila.

––Lo que dicen ellas es verdad, InuYasha.
No hay razón para sentirse avergonzado, somos tus amigos––

El monje Miroku trató de ayudar, pero cada uno de ellos recibió el total silencio del hanyou.