Prefacio

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                                                                         Prefacio

     Nunca me espere esto.

     Las luces de las sirenas me lastimaban los ojos, estos estaban hinchados a causa del llanto.

     Un paramédico limpiaba las heridas de mis brazos y rostro, estas se habían causado mientras corría a través del bosque, las ramas de los árboles fueron las culpables de cómo lucían mis brazos y rostro ahora. Maltratadas.

     Yo creí que el peor día de mi vida había sido aquella vez en la que derramaron jugo de fresa y mora sobre mi blusa. Pero claramente me equivoque, ya que el peor día de toda mi vida era hoy, y quien diga lo contrario de seguro esta drogado.

     Hace unos minutos yo estaba tranquila en mi habitación, pero la oí gritar. Esa persona es una de las más importantes de toda mi vida, fue una de las que me crio, las que me enseño lo bueno y lo malo, la que me dijo que no había ningún monstruo en mi armario, la que me dio todo su amor y confianza incondicional. Mi madre.

     Yo baje corriendo hacia la cocina, pero ella no estaba ahí. Había mucha sangre en la cocina y un rastro de esta que iba hacia el bosque. Oí tantos gritos, me encontraba aterrorizada, yo solo corría y corría, hasta que la encontré. No había rastro de algún atacante, me senté junto a ella. Mire  a mi madre a los  ojos y sentí como si le estuviera viendo el alma, pude contemplar su último aliento de vida cuando se acerco a mí y me dijo

—    Te amo…

     No podía creer lo que tenia ante mis ojos aunque yo no lo quisiera admitir estaba sucediendo, pude ver en los ojos de mi madre su último segundo de vida, pude ver como cerró los ojos con el deseo en ellos de volverme a ver pero ambas sabíamos que eso no sucedería.

     Lagrimas salieron de mis ojos sin que ni siquiera pudiera notarlo. La policía dice que fue un animal, pero yo sé que eso no es cierto, yo se que fue otra cosa. Un vampiro. Ellos nos cazan a cada uno de nosotros, pero yo me encargare de cazar a este.

     Subí a mi habitación tanto la policía como las dos ambulancias se habían marchado ya. Mi teléfono empezó a sonar, no tenía que ver la pantalla para saber que era mi padre y que le habían comunicado la muerte de mi madre, pero yo no quería ni planeaba contestar. Me acosté en mi cama y rápidamente caí en un profundo sueño.

Los secretos de una bruja 1: El ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora