La verdad

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La verdad

     Le di rápidamente una patada a mi atacante. Por unos segundos pensé que estaría perdida. Pero luego pensé en todo lo que había aprendido sobre los vampiros, y sus debilidades. Así que me defendería. Trataría de matarlo. Sé que lo haría. Lo hare si tengo la oportunidad.

     Ciertamente hay ciertas debilidades y cualidades que no aparecen en los libros. Ya que es una ley que creó la orden. Para mantener a los vampiros seguros en caso de una amenaza. Como un hombre lobo. Ya que son enemigos naturales.

     Luego de la patada que cree y di fuertemente a mi atacante. Mire a mí alrededor, en busca de madera. Necesitaba algo con que pudiera lastimarlo. Algo que pudiera usar para que me dé tiempo de ir por las estacas que tenía en la trampilla. En el suelo de mi armario.

     Divise rápidamente una escoba. La tome rápidamente y con toda la fuerza que podía crear, la partí a la mitad. Mi atacante ya venía hacia mí. Yo pensaba en correr hacia él y estacarle lo que quedaba de la escoba. Pero el vino a mí. Y sin más lo estaque. Dio un claro alarido de dolor.

     Le di un empujón para apartarlo de mí, y corrí hacia el armario.

—Cerca. Pero no me distes en el corazón

     Dijo el vampiro mientras me tomaba por un brazo, y como una mañeca de trapo, me lanzo hacia la puerta del baño. La cual se hizo trizas. Yo solo me queje por el dolor que aquello me había causado. Mi atacante venia de nuevo hacia y con solo un pestañeo estaba a mi lado, estuvo a punto de morder mi cuello. Pero yo había tomado uno de los trozos de la puerta.

     La puerta es de madera. Qué suerte.

     Lo estaque firmemente en el corazón esta vez. Para luego decirle.

—¿cerca? Pues esta vez acerté. ¿te digo algo? Los vampiros no tienen corazón.

     Dije mientras estacaba más adentro el trozo de madera.

     Claramente los vampiros tienen corazón. Físicamente. Pero yo opino que ellos no tienen almas. Que caza. Matan. Comen de nosotros. Y sin ningún remordimiento.

     El vampiro quedo desecho. Tomo una apariencia gris. Muy fea. Como un verdadero muerto. Y así es que tiene que ser. Lo aparte de mi lado. Empujando para que quedara totalmente sobre el suelo.

     Me asusto al oír como alguien viene subiendo las escaleras. Me empecé a preguntar si mi atacante no había venido solo. Pero al ver como mi puerta es abierta por alguien. Me quedo estupefacta al ver quién era.

—¿lo has matado tú?

—Si — le dije secamente a Marc

—Yo debí de haber estado aquí. Protegiéndote.

—No necesito que me protejas. Se hacerlo sola. —en tono fio proteste.

—Pero es mi deber hacerlo

—¿tu deber?

—Hay cosas que no te he dicho. Te he mantenido ocultas.

—¿en serio? No lo había notado —dije con sarcasmo

—Ashlee, déjame explicarte.

—Si. Explícame. Explícame con que maldito derecho vienes y en solo dos días pones mi vida de cabeza —empecé a decirle molesta —. También quiero que me expliques el hecho de lo que vi en tu mente. Ese hecho que te perturba.

—No metas a mi madre en esto. Tu no tenias derecho de meterte en mi cabeza —protesto

—Lo siento. Lamento haber visto como asesinabas a tu madre —grite—. Lamento no darme cuenta de que eras un vampiro. Lamento no darme cuenta que besarte fue una de mis peores decisiones —de inmediato lamente haber dicho aquello ultimo. Sabía que eso no era cierto. Me estaba dejando llevar por la ira—. Lo siento. No quise decir eso.

Los secretos de una bruja 1: El ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora