Los secretos de una bruja 1: El Comienzo

la orden

La orden

     Allí estaba yo aun perpleja por aquello que me había dicho. Y aun sin saber cómo reaccionar. Con los ojos abiertos como platos y mi rostro que decía solo una cosa. Estaba sorprendida. Mucho, de hecho.

     Yo no sabía que decir. No sabía cómo decirle lo que sentía. Para mí esto es una locura. Tengo que admitir que cuando estoy con él me siento muy bien. Y que me gusta mucho. Pero los sentimientos que él siente hacia mí, son mucho más fuertes.

     Yo no podía corresponderle del todo. No totalmente. El me estaba diciendo que estaba enamorado de mí. Mis sentimientos aun no eran tan fuertes. Y no solo ese hecho. Si no todo lo que él y yo pasaríamos. Si la orden se enterara de seguro nos mataría. Al pensar aquello un escalofrió recorrió mi cuerpo y cierto temor. Yo sabía que lo quería. Pero no podía. Aquello iba en contra de mis principios.

     Yo no podría. Yo debía evitar que esto llegara a más. Debía evitar que ese simple te quiero se convirtiera en algo más. Debía darle fin a esto. Esto no podría continuar. No podía.

     Sin previo aviso Marc se acerco a mí, notando aquel silencio que se había creado entre los dos. Por un momento creí que solo me diría algo. Pero note que no era así. El quería confirmar si mis sentimientos eran iguales. Si yo le correspondía al menos un poco. Y dado mi silencio, el planeaba hacerlo con un beso.

     Estábamos tan cerca. Nuestras respiraciones chocaban. Nuestros labios se rozaban. Tenía sed de él. Pero no quería demostrarla. Debía actuar bien. Tenía que verse real. Y utilizar todo mi poder para que mi aura no me delatara.

     Pude sentir como nuestros labios se acercaron hasta el punto de ya no tener nada que los separara. Con un tierno movimiento empezó el beso. Tan tierno, tan suave. Casi como una simple caricia. Pero era más que eso. Es dulce. Especial. Es único.

     Yo debía detenerme lo sabía. Sin embargo no quería. No quería detener aquello. Pero empecé a recordar todas las razones por las cuales no debíamos estar juntas y hubo una en especial que me dio miedo. Ya lo sé ridículo. Hace mucho que no había sentido aquello. Pero por mi mente viajo una imagen de si la orden se enteraba. No me preocupaba mi vida. Me preocupaba la de él. Porque sé que lo quiero. Lo sé. Y por eso lo mejor es alejarme de él.

     Con un leve movimiento lo aleje de mí.

—    Yo no puedo —dije mientras me levantaba rápidamente de la cama. Aun con la pijama puesta. Tome rápidamente lo primero que vi en el armario y Salí por la puerta de mi habitación. Dejándolo atrás.

     Corrí hacia la casa de Meredit. Di gracias a que fuera lo suficientemente temprano para no tener que toparme con nadie. No quería que me vieran en pijama como una loca, corriendo por la calle.

     En cuanto llegue a casa de los Peterson toque la puerta tres veces. Y trate de controlar mi respiración. No quería que la madre de Meredit me estuviera haciendo preguntas. Aunque estaba segura de que me preguntaría por mi vestimenta. Pero mientras menos preguntas menos respuestas. Y así mejor.

     Lance un suspiro de alivio al ser Meredit quien abriera la puerta. Ella me miro rara de seguro por mi vestimenta. Pero no se inmuto y yo simplemente a paso rápido fui a su habitación. Ella sabía lo que yo. Si su madre no hacía preguntas mejor.

Estaba tan nerviosa. Anoche pasaron demasiadas cosas. No estaba segura de si debía contárselas a Meredit. Bueno. Sabía que podía confiar en ella. Lo que no sabía es como se iba a tomar todo esto.

—    ¿Qué paso? —pregunto mientras entraba a la habitación de tras de mí.

     Note rápidamente que la habitación de Meredit seguía igual que siempre. Con su mesa grande en donde tiene el espacio suficiente para su computadora y hacer las tareas. Su cama grande con una simple, pero muy bonita mesa de noche. Con una pequeña lámpara blanca sobre ella. Las paredes del mismo color. Y una ventana grande. Que daba buena vista hacia las estrellas en la noche.