Ann Puttman

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Ann Puttman

     Leí otras dos veces la carta, aun no me lo podía creer, como era aquello posible, la única manera de que alguien tomara aquella foto es que estuviera en la academia. Sentía que ya no podía mas, todo estaba pasando tan rápido.

     Estuve un rato observando la foto, si no me la hubieran mandado con una amenaza estoy segura de que la foto me abría parecido tierna. El y yo besándonos, yo sujetando con una mano su cuello y la otra acariciaba su cabello, las manos de él estaba posadas en mi cintura. Definitivamente si no me la hubieran mandado con una amenaza aquella foto me abría parecido hermosa, preciosa, una foto en donde se notaba el amor que sentíamos.

      Varias veces se me cruzo por la mente si debía quemar la foto o no, sabía que no podía llegar en manos equivocadas, ¿pero para qué? De seguro ella tenía una copia, y de nada me serviría quemarla. Tome la foto y la guarde en un cajón.

     Sabía que si él y yo fuéramos una pareja normal, yo hubiera tomado esa foto y la hubiera puesto en un porta retrato en mi mesa de noche, para que cada vez que me despertara la pudiera ver, pero para mala suerte, no éramos una pareja normal.

     Me preguntaba si los demás integrantes de la orden estarían de acuerdo con lo nuestro, Matt no parecía tener ningún inconveniente, el se había dado cuenta, me lo había dicho, y no le había importado.

     Aquello me hizo pensar en mi madre, necesitaba ahora uno de sus consejos más que nunca, pero no podía recibirlos, no podía. Una traviesa lagrima cayo de mis ojos, rápidamente la aparte con el dorso de mi mano.

     La orden, pensé. Desde la fiesta de bienvenida del sábado no había visto más a Jenny, me preguntaba si le había pasado algo. No la había visto cuando llegue ese día después de capturar a Aleksandra. Ella no había estado en la oficina, y tampoco la había visto en todo el día de hoy, aquello me parecía realmente extraño.

     Nunca me imagine que mi profesora fuera una vampiresa la cual ahora formaba parte de la orden, recode sus ojos violeta, me preguntaba si tenía algún dote especial. Me daba cierta curiosidad saber si tenía uno y cual seria.

     Sabía que no podía decirle a la orden de la carta, sería estúpido, la carta menciona que algo pasa entre Marc y yo, aunque no muestre la foto eso está claro. Tampoco sabía si debía contárselo a Marc.

     Tome la foto del cajón en donde la había guardado, la metí en la pequeña caja junto con la foto y Salí de la habitación. Sentía que le estaba ocultando muchas cosas a Marc, iría a su habitación y le contaría y mañana tomaría un tiempo para poder revisar los libros que había tomado de la biblioteca de la academia de los vampiros, y luego de que lo hiciera, y estuviera satisfecha con lo que encontrara, entonces yo le contaría también que había ido allí sin hacerle caso. Pero ahora tenía que decirle lo de la amenaza.

     Le di dos pequeños toque a la puerta, pero no recibí respuesta. Trate de girar la perilla pero esta estaba cerrada con seguro. Con un rápido movimiento mental quite el cerrojo y entre a su habitación.

      Marc estaba acostado en su cama con los ojos cerrados, estaba dormido, adoraba verlo de aquella manera. Me acerque hasta la cama y me senté junto a él, le di varias sacudidas pero él no despertaba. Entonces pensé en despertarlo de otra manera.

     Antes había estado sentada, ahora estaba acostado junto a él. Su pecho estaba desnudo, solo llevaba unos pantalones de pijama. Comencé a dar pequeños besos desde su torso hasta su cuello. Le empecé a dar besitos por todo el rostro hasta llegar a sus labios, pero no lo bese allí. Solo lo quede viendo. Sus ojos empezaron a abrirse, y el esbozo una hermosa sonrisa, me miro con aquellos ojos que me derretían, me tomo de la cintura para acercarme a él y nuestros labios se encontraron.

Los secretos de una bruja 1: El ComienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora