Capítulo 8

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-          ¿Me explicas cómo rayos accedimos a ésta locura?- Murmuró Alison, acomodándose en su asiento en el jet a modo de no despertar a Georgie, que dormía plácidamente sobre su pecho.

Emily giró la cabeza hacia ella y le otorgó una sonrisa perezosa.

-          Dios sabe cómo le hace Zoé para engatusar a todo el mundo con unas cuantas palabras entreveradas...- Le dijo-. Pero tengo el presentimiento de que esto nos hará bien. ¿No fuiste tú acaso quien habló de un retiro familiar para despejarnos las ideas y, ya que estamos, apartarnos de todo y de todos?

-          Tal vez, pero no me refería a tomar nuestras cosas y lanzarnos por la ventana de un momento para el otro- Aclaró la mujer, soltando un suspiro y removiéndose, incómoda. 

-          Ven, hagamos un cambio-. Emily, sin dar crédito a los reparos de su esposa, tomó a su hijo por debajo de los brazos y lo recostó encima de ella. Georgie ni se enteró del movimiento.

Alison suspiró aliviada y se estiró hacia adelante.

-          Hacía años que no viajaba en avión- Dijo, frotándose el cuello.

-          Creí que te gustaba...

La rubia la miró.

-          En ese tiempo, hasta el roce del aire me dejaba atónita, cariño.

  . . .

Alison contemplaba maravillada los cúmulos de nubes por encima de los cuales se desplazaba con lentitud el jet. La armonía de aquel cuadro, iluminado por los colores de un atardecer incipiente, removió un sentir dentro de ella que había creído ahogado hacía mucho tiempo. Una paz absoluta y vivificante, abrigada por la textura de la mano que envolvía la suya con una calidez irrevocable.

Con el alma embriagada de esperanza y alegría, giró la cabeza sobre el asiento para encontrarse con los dulces y amables ojos de Emily, que la veían con una mezcla de adoración y aletargamiento; como si sus intentos de dormir acontecidos durante todo ese rato se viesen interrumpidos por su innegable necesidad de seguir saboreando esa imagen; tal como si aún creyera que un reloj corría en su contra. Como si olvidara que sus vidas habían recuperado su curso y que nadie más buscaba arrebatarle de las manos a aquella chica de mirada triste y atormentada, pero sonrisa encantadora que eclipsaba cualquier dolor de su pasado.

La morena apretó levemente su mano y se la llevó a los labios, cerrando los ojos mientras se sumergía en el roce de su piel cálida.

Se habían dicho tantos "Te amo" durante las últimas horas como en lo que llevaban de vida; tal como si al pronunciar esas dos poderosas palabras, todo cuanto las rodeaba cobrase sentido, forma y consistencia. Como si se volviera real. Toda la situación, tanto para Emily como para Alison, seguía siendo algo de lo cual temían convencerse, no de forma consciente, y tampoco debido a que no lo desearan, por supuesto, sino porque el día a día había cobrado entonces la apariencia de un sueño como los muchos que habían tenido durante los pasados tres años; hermosos e irreales deseos cuyo despertar era el más desgarrador y angustioso de todos los habidos y por haber... Esos sueños las mantuvieron vivas, pero también las mataron día a día con su dulce gusto que, como creyeron por tanto tiempo, no podría llegar a pasar nunca por sus paladares de forma verídica.

Pero allí estaban; una junto a la otra, rumbo a una emocionante y por una vez voluntaria aventura. Rumbo a iniciar sus vidas.

Alison vio su propio cariño reflejado en los ojos de Emily; los ojos de la persona que no solo la había rescatado de las garras de la muerte, sino que antes y también entonces, la llenaba de motivos para querer seguir adelante, para recuperarse y avanzar.

Emison- ¿Podrás con la oscuridad?- Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora