Capítulo 7

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    Alison se introdujo en su casa con aire de extenuación, con el blazer colgado de un brazo, el bolso al hombro, los papeles apretados contra el torso y los lentes torcidos debido al movimiento precipitado que tuvo necesidad de hacer para abrir la puerta sin que se le cayera todo al suelo.

    Se detuvo un momento y aspiró el aroma hogareño condensado en el ambiente; uno que la había recibido muchas noches y días anteriores más y menos ajetreados que ese.

    Cada nueva semana transcurrida últimamente, conllevaba nuevos desafíos, expectativas y – quizás lo que más consternada la tenía –, la escasez de novedades.

    Kajka no había vuelto a aparecer, lo que, según Emily le explicó, significaba que todavía no había conseguido ninguna clase de información concreta. Tal parecía que solo se reportaba cuando los hechos descubiertos eran de suma importancia para sus clientes.

    Pese a que su instinto y experiencia no le permitían relajarse, y aún cuando a regañadientes había accedido a contratar a Kajka –más que nada debido al poder persuasivo de Emily –, Alison comenzaba a cuestionarse cada vez más respecto a la veracidad de su supuesta acosadora, tuviesen o no la duda de cómo había llegado a saber cosas que casi nadie aparte de su familia y amigos sabían, y existiese o no esa vieja sensación de que todo podría desmoronarse en cualquier momento.

    Se dirigió a la cocina, desde donde salían movidas oleadas de música de los 60, y tuvo nada más que dar unos pasos para encontrarse con una escena que le arrebató una sonrisa pese al cansancio, la pesadez del día y sus numerosas preocupaciones.

    Emily bailaba apasionadamente –trapeador en mano –, desplazándose de un lado a otro de la cocina entre giros y diestros movimientos y acompañando con su voz la canción Sugar, sugar, de Los Archies, que se oía en la radio a todo volumen.

    La rubia reprimió una carcajada, se cubrió la boca con una mano y se apoyó contra el marco de la puerta, decidiendo que quería contemplar el espectáculo unos momentos más antes de que la otra reparase en su presencia.

    Una sonrisa alegre apareció en el rostro de la morena, así como un aire de sorpresa, cuando se detuvo para enjuagar el trapo y se percató de quien la observaba.

- ¿Por qué te detienes?- Alison enseñó los dientes-. Parece que sabes lo que haces...

- ¡Ali!- Exclamó la morena, con el rostro iluminado de alegría, dejando el lampazo a un lado y quitándose los guantes-. No te hacía aquí hasta luego de las diez...

- He podido librarme antes por una vez- Contestó Alison, complacida, mientras se acercaba y era recibida por los afectuosos brazos de su esposa.

- Cuánto me alegra- Murmuró Emily, dándole unos cuantos besos en los labios-. Tengo ganas de decirle a ese tal Turner que te deje respirar un poco. De seguro que tiene decenas de abogados más para que se hagan cargo de esos casos tan difíciles... Te extraño.

- Lo sé. Yo también los he extrañado que no te haces una idea... - Dijo la rubia, frotándose las sienes-. ¿Los niños ya duermen?

    Emily ladeó la cabeza.

- Acaban de subir- Le informó-. Ve, que les darás una alegría.

    Alison asintió de muy buen humor y se dispuso a marcharse, pero Emily la retuvo por el brazo.

- ¿Qué? ¿Qué pasa?

    La morena adoptó una actitud extraña y le indicó que se acercara para susurrarle.

Emison- ¿Podrás con la oscuridad?- Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora