Capítulo XI: La tentación del Cazador Blanco

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Aún no ha dado respuesta. Su órgano más vital bombea cada vez que piensa en aquellas palabras. La respiración de ambos se combinan, mezclado por las emociones que sienten a través de sus tatuajes. Ella desconoce si entregarse a él o no. Está claro que él la desea con todas sus fuerzas. Pero ella quiere esperar y conocer a los demás antes de decidir de entregarse. No obstante, recordó las palabras de Rayleigh: «El gran paso». ¿Esto es a lo que se refiere? Sus ojos muestran confusión alguna. Toca el rostro del hombre con la yema de los dedos y va recorriendo el contorno de aquella mandíbula pronunciada. Le gusta su forma, no puede negarlo. Él amplía la sonrisa al enterarse de la noticia y solo cierra dejándose tocar.

Esos dedos son una maravilla para el Hörrox. Tan suaves y tan perfectas. Ya con solo el roce es capaz de avivar los poros de su piel. ___ está embobada de palpar aquel rostro tan duro. Sus uñas lo arañan un poco, no provocando dolor alguno. Hasta que llega a la cicatriz que recorre por su lado derecho. Siente curiosidad de cómo se lo hizo; sin embargo, ya obtuvo la respuesta a través de telepatía. Es una manera más directa de decir las cosas que hablarlo. Smoker ronronea como un animal cuando los dedos de ella rozan cada sutura de la cicatriz y con la otra mano acaricia la zona de la garganta o más bien donde está su nuez. Aquel bocado de Adán tan proporcionado le encantaba. Le gustaría en el fondo morderlo.

«¿Y por qué no lo haces?», se sonroja de golpe al escuchar la voz de Smoker en su cabeza. A veces se le olvida que él puede leer su mente. Se siente vulnerable en esa posición y mira que es una luchadora nata, y ha estado en esa posición siendo la dominante. Sin embargo, él impone. Él es más grande y da aires de superioridad. Le da esa sensación cuando está con los Mändras. Se siente pequeña e indefensa a su lado. Son dominantes por naturaleza. Entreabre los labios dejando que el aire entre a través de su tráquea y que llegue a sus pulmones porque, de verdad, el ambiente que hay en ese cuarto es sofocante. Y él lo sabe. Esos labios le están tentando. No dudaría en probarlos nuevamente. Dulces como nectarinas y suaves como el algodón.

Se excita con solo pensar que la tiene bajo su poder. Solo con unas simples palabras la tiene a su merced. Es la ventaja de ser un Mändra, tienes el dominio absoluto en Hall Lókë cuando se trata de sexo. Ella tiembla al ver los pensamientos impuros de Smoker sobre ella. De las cosas que le gustaría hacer, de escuchar sus gemidos.

—Sé que primero quieres ver a los otros Mändras restantes y decidir con quién casarte. Pero, en cuanto sea sea mayor nuestros roces, nuestros besos más es la tentación de querer más y no parar.

—Entonces, debemos parar, ¿no?

—No —susurra casi rozando sus labios con los de ella—, debemos continuar y dejar que nuestros instintos nos dominen.

Un jadeo escapa de sus labios al escuchar esa frase. Todo esto le era tentador a la joven. Aún sus dedos siguen recorriendo aquella perfección bajo sus ojos y traga saliva. Cierra los párpados lentamente y queda en una posición tranquila y sin pensamientos de en medio. Smoker aprovecha para acercarse un poco y que sus labios se encuentren nuevamente. El beso es lento y tierno al mismo tiempo. No tiene prisa alguna. Desea recorrer con sus manos aquel cuerpo, memorizarlo poco a poco. Y lo hace. No teniendo guantes en medio puede tocar, palpar esa piel que tanto le intriga. Espasmos recorren por las columnas vertebrales de ambos, recibiendo pequeñas descargas. Las emociones están en juego. Es un juego casi psicológico para los dos. Pequeños besos realiza, escuchando pequeños suspiros por parte de ___ y que su cuerpo se moviera solo, queriendo más.

La ternura y la pasión se intensifica aún más, donde ambos no pueden controlar aquella tentación. Ya no hay vuelta atrás. Los dos lo desean con ímpetu que solo se dejan llevar por aquella maravilla. Smoker se separa de sus labios observando con detenimiento el rostro de la joven. Roja como un tomate lista para ser devorada y jadeando como un animal. Un gruñido gutural sale de su garganta y, como animal que es, muerde su cuello provocando que las emociones vayan más allá. ___ da un pequeño gemido llevándose la mano para no dar esos sonidos tan lascivos para cualquiera. Y es imposible. El Mändra quiere más, quiere escuchar aquel pequeño jadeo que es música para sus oídos. Y para ello, debe lamer y morder las zonas sensibles que ya él mismo descubrió con solo tocarla.

Hall Lókë (One Piece x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora