Capítulo XIV: Querido hermano

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El hambre aún está presente en el estómago de ___. No ha comido desde que llegó a Totto Land y tiene miedo de morirse de pura pena. Además, se ha perdido, no sabe cómo llegar a su respectivo cuarto. Tiene una mala suerte y de las gordas. Ella no tiene perdida de orientación, pero este sitio es demasiado grande como para memorizarlo en un día. «Tengo hambre», se lo mentaliza una y otra vez con cara de morirse en ese mismo instante. Sin embargo, sus súplicas son escuchadas cuando sus fosas nasales se abren oliendo una gran exquisito comida.

Parpadea unas cuantas veces teniendo un buen plato de donuts delante suyo. Mira por el rabillo del ojo y ahí está Katakuri quien le ha traído comida.

—Se te oía de lejos que tienes hambre. Es lo único que pude conseguir, espero que te gusten.

—Gracias —agradece al grandullón que se sienta a su lado—. Eres el primero en ofrecerme comida.

Él encoge los hombros no importándole mucho la información que le dio ___. Tan solo hace lo correcto como comandante que es. De vez en cuando, echa mirada a la chica que disfruta comiendo. Ella se esperaba algún plato de carne, pero esto le bastaba. Recordó que está en unas tierras donde los dulces prioriza.  Suspira aliviada de que el hambre ya esté cesando y esboza una pequeña sonrisa, dedicándoselo a Katakuri.

—Estaban deliciosos.

—Me alegra oír eso. —Aunque no se notará debajo de la bufanda, está sonriendo.

—Katakuri —llama ___ apoyando la cabeza en la pared para mirar el cielo azulado—, eres muy amable por tu parte.

—Es mi obligación.

—¿Tu obligación de cumplir los deseos de tu madre o de un Mändra?

—En ambas, supongo —dice muy seguro de sí mismo con los brazos cruzados.

—Eres un hombre de pocas palabras, ¿eh?

No recibe respuesta alguna por parte de Katakuri, el silencio demuestra que ella tiene razón. Este hombre es un misterio en todos los sentidos. Ella mira con curiosidad su mandala: circular con pequeños círculos dentro y parece que hay una calavera en su interior. Es parecida a la que tiene en su hombro tatuado que, por cierto, le parece bonita y extravagante. ¿Donde inicia y donde termina? Esa es una pregunta que estará en su cabeza.

—¿No deseas tocarme? —preguna y él se tensa ante aquello.

—No hay necesidad de hacerlo. —Apoya la espalda en la pared con los ojos cerrados—. Sé que dirás: «Pero ¿tienes curiosidad?». Y yo te respondo: «Sí, pero no lo hago».

La chica parpadea nuevamente a lo que dijo Katakuri casi sorprendiendola—. Pero ¿tienes curiosidad?

—Ya te respondí.

—¿Cómo has hecho eso? —Siente curiosidad ahora por el hombre que se posiciona delante de él—. ¿Eres un Äkuma del futuro?

Esto le hizo gracia a Katakuri que solo ríe un poco mientras se coloca la bufanda—. No, soy un Äkuma del mochi —dice mientras su mano se convierte en aquel dulce.

—¿Y cómo...?

—Es un secreto.

La joven hace un puchero y vuelve a sentarse desde esa posición cruzando los brazos. Ve el plato y lo coge. Un delicioso donut es lo que queda de esa bandeja, así que lo extiende un poco hacia Katakuri, donde él arquea la ceja curioso.

—¿Quieres?

—... No, gracias.

—¿No te gustan los donuts?

Hall Lókë (One Piece x Reader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora