Alguien me toca de golpe en el hombro y me giro rápidamente dispuesta a defenderme.
-Hola tarada, ¿Qué no me ibas a pasar a buscar? Que deshonesta Olivia- Dice Dastan frunciendo el ceño graciosamente.
-Interrumpes mis pensamientos, tonto. Y me asustas también, casi te pego un puñetazo.
-Uy perdón, ¿En qué piensas?
-Estaba pensando en el mundo de hace 50 años, el que mi abuela me cuenta siempre, ¿cómo seriamos si hubiésemos nacido en esa época? ¿Seriamos mejores amigos?
-Seguro que conoceríamos más que esa estúpida cerca que nos bloquean el camino hacia el mar, aunque tal vez no sea lo que esperamos y hacia las otras ciudades, hubiésemos conocido países completos y no solo estas cuatro cercas eléctricas y de concreto. Pero ya deja de vivir en un pasado en el ni siquiera estabas Liv, vivimos en el presente y aunque nos gustaría vivir en otra época, esta nos tocó. -Me dice arqueando las cejas.
Me muerdo el labio y lo miro con algo de tristeza, él es una de esas personas que viven conformes, pero yo no. Aunque tiene razón, nos toca vivir en el ahora, no en el pasado, pasado que no conocimos.
El timbre suena muy fuerte y nos desconcentra, llegamos justo a tiempo. Pero al parecer todos están en el campamento anual de militares, porque la academia está prácticamente vacía. Todos los años se capacitan a los chicos de 18 años para entrar a la fuerza de defensa, la mayoría no quieren, otros creen que es por defender a la población y entran. A mí en lo personal no me agrada eso, y aunque no admiten chicas, temo que cuando Dastan cumpla 18 lo obliguen, ya que él no quiere, la mayoría muere allá. Y también por mi hermano Matías. Con las chicas de 18 hacen otras cosas, dicen que las llevan a la zona segura (que es donde están los científicos buscando cura para el virus tipo X o alternativas de alimento, ya que los alimentos naturales son escasos y los pocos que hay, deben alterarlos con químicos para hacerlos más grandes y que así puedan alimentar al millón trecientos mil habitantes que hay en Nueva York) y allí les inyectan un químico diseñado por los científicos para ponerlas a dormir indefinidamente, o al menos hasta que el mundo mejore, según lo que dicen los gobernadores. Al principio las madres, hijas, abuelas, no estaba de acuerdo con esto, pero se convencieron por el argumento del gobernador Thompson, el cual decía que nuestra población era más grande que la de las demás ciudades y como las chicas, por la comida alterada con químicos, dan a luz hasta quintillizos, y ya no quedan muchos recursos para mantener a una gran masa de personas, se puso en vigencia esa ley. Mi mamá y abuela al ser ya mayores, las obligaron a inyectarse para ya no procrear jamás, a todas las mujeres de la ciudad, además solo puedes tener hijos varones, razón por la cual el 75% de la población son hombres. No sé qué ocurrirá conmigo, yo no quiero eso, no quiero que me duerman y ya no poder ver a mi madre hasta Dios sabe cuándo, si es que la vuelvo a ver, me aterra esa idea. Ya casi cumplo 18, en un mes, entonces no tengo idea de lo que me pasará. Llevo pensando en eso todo el día en clase.
Cuando salgo, Dastan me espera para ir a almorzar a la cafetería de Navid, que ahora está a cargo de él y su madre Gina, quien también ha sido muy gentil con mi familia.
Al llegar a la cafetería, nos sentamos y Dastan trae la comida. A veces me da miedo comer, al menos la comida con tantos químicos, no sé qué estoy comiendo siquiera, con las personas que hicieron las pruebas de comida al principio, morían, desarrollaban nuevos virus, y aunque no se han detectado nuevas enfermedades en diez años, me aterra ser la que logre acabar con ese tiempo, Dios. Ahora, comemos lo que sea, cualquier animal que se encuentre, se examina en los laboratorios y se le vende a la población, para algunos es un asco, pero hay que sobrevivir como podamos.
-No has comido nada Liv, ¿Qué pasa? No me digas que lo de siempre. -Me dice girando los ojos. -Definitivamente no estas hecha para vivir en esta época, y ya no te lo diré más, pero tenemos que acostumbrarnos, queramos o no.
-Bajo la mirada hacia mi plato. -Es que no sé qué pueda provocar eso en mí, no se tampoco como todos se dejan lavar el cerebro, y que piensen que todo está bien, cuando nada lo está. Cuando llegue a casa como algo, no te preocupes. -En verdad si muero de hambre, pero no comeré eso.
-Pero... me pregunto. Si no comes nada de esto, ¿Qué comes en casa? Si todo es igual en todas partes, los gobernadores controlan la distribución de comida en la ciudad, todo lo controlan. -Me dice entrecerrando los ojos.
-Pues es un secreto.
- ¿Un secreto? ¿Desde cuándo hay secretos entre nosotros Liv? -Me dice susurrando.
-Pues... hace unos meses, mi abuela se dio cuenta que mi abuelo vivió aquí su juventud, y que tenía un huerto muy pequeño en un campo a la vera de la cerca, pero oculto, acá en New York, así que mi mamá fue, y por sorpresa no estaba destruido, y guardaban semillas de varias plantas en un cobertizo, donde ponían las herramientas, y lo empezó a cultivar, de ahí trae cosas que podemos comer con confianza.
- Vaya, ¿Sabes qué pasaría si se llegan a dar cuenta? ¿Por qué no me habías contados? Pensé que nos contábamos todo desde niños. Además, debes invitarme a comer a tu casa -Frunce el ceño algo gracioso y no puedo evitar soltar una risita.
-Una pregunta a la vez, por favor. -Y giro los ojos- Iba a decírtelo, pero me hicieron prometer que no diría nada, ni siquiera a ti. Y respondiendo a tu pregunta, si se diera cuenta, mi familia fuese encarcelada, pero mejor no supongamos que eso pasará.
-Vale, yo no le diré a nadie, nunca te haría daño, o a tu familia. Pero tienes que traerme alguna vez una de esas frutas deliciosas, quiero probarlas.
Ambos reímos y nos detenemos a los segundos, al escuchar el rugir de una multitud corriendo y gritando.

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2074
General FictionLa historia se sitúa en el futuro postapocalíptico de Olivia Martin, en la ciudad distópica de New York, donde luego de muchos años destruyendo nuestro planeta con la desforestación, la contaminación y esos factores que todos conocemos, finalmente L...