One night stand

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Hinata estaba agotada, con el cuerpo sudado y perlado. Sus pezones estaban enrojecidos y tirantes y su entrepierna palpitaba de satisfacción. Estaba segura de que tenían semen hasta en los cabellos y que no sólo chorreaba o se secaba entre sus muslos y labios. Su boca dolía y los pulmones parecían gritar ya en busca de un nivel normal de oxígeno. Por no hablar de la saliva que había por todas partes de su cuerpo. Hasta entre los dedos de los pies.

Cuando Naruto la soltó con cuidado en la cama, sus huesos y sus músculos protestaron a su manera y un suspiro de alivio se escapó de entre sus labios.

Naruto la miraba desde los pies de la cama, tembloroso y tan hermoso como nunca. Con el cabello revuelto alrededor de su cabeza como una aureola del sol. Sus ojos azules y marcados por el cambio de adultez demostraban la fatiga, al igual que la forma de moverse su pecho cuando intentaba controlar la respiración.

Tenía marcas que ella misma había dejado en él, restos de saliva y de sí misma por muchas partes de su pecho, dedos y boca.

Su sexo caía flácido con su mata de rizos alrededor. Por fin.

Cuando se tambaleó hacia delante, lo recibió con los brazos abiertos y soportó sus más de cincuenta quilos encima.

Naruto cerró los ojos.

—Lo hemos hecho toda la noche, Hinata —dijo con la voz llena de ternura y broma—. Toooda.

—Lo sé —confirmó con la mirada que el sol ya estaba poniéndose.

—En muchas posiciones. Arriba, abajo, de lado, de espaldas...

Hinata enrojeció al recordarlas. Muchas habían sido puramente vergonzosas y la de cosas que había hecho con ella hasta pensaba que eran prohibidas.

—¿No quieres dormir un poco? —propuso carraspeando para poder olvidar todo aquello.

Un gruñido llegó como toda respuesta, seguido por un ronquido satisfecho. Sonrió, acariciándole los cabellos.

Ella misma sintió el sueño llevársela, abandonar ese mundo terrenal.

Y se durmió, con esa sonrisa que sólo una mujer satisfecha podía poner, abrazada al hombre que amaba y que era capaz de soportar horas y horas haciéndole el amor de una forma tan intensa que, seguramente, esa noche traería ciertos problemillas nueve meses más tarde, en los que quedarse despiertos sería cuestión de otros asuntos menos divertidos pero felices.

Secrets intimsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora