School Days

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—Naruto-kun... no puede ser aquí...

Hinata jadeó, mientras que su novio gruñó un no como respuesta, completamente decidido a no dejarla escapar. La había atrapado con su cuerpo contra la mesa del profesor, las piernas separadas. Una de sus manos jugaba con uno de sus senos por debajo del sujetador, mientras que la otra, había surcado el sendero bajo su falda y braguitas y sus dedos torturaban su sexo sin paz alguna.

Estaba tan húmeda, que le daba vergüenza el mismo sonido que aquellos roces creaban.

Encima, podía sentir la dureza del sexo masculino contra su pierna y su cuello, sufría la invasión de su boca en pequeñas marcas que claramente después tendría que ocultar con su cabello.

—Esta es el aula que nos falta y vamos a graduarnos dentro de poco —explicó roncamente él.

Retiró su mano de su seno y escuchó la cremallera descender. La inclinó más hacia delante, para que levantara el culo para él. Sus senos se aplastaron contra la mesa y, cuando la invadió fue duro y fuerte.

Un embiste tras otro, sin darle tregua, mientras su sexo se abría a él y aferraba, ansioso, con la punta de su pene golpeando en una parte que bien podría enloquecerla.

—¡Pero...!

Su boca no pudo continuar, ni siquiera su lengua era coherente. No podía comprender por qué siempre que él estaba dentro de ella su cuerpo se derretía como un completo flan y él podía hacer con ella lo que quisiera.

Sus jadeos llenaron la clase, con sus sillas vacías que horas antes habían ocupado otros alumnos. Con un profesor que daba las últimas clases y consejos para los graduados.

Hinata sintió que el rostro estaba por estallarle.

Naruto se inclinó hacia ella, con sus caderas golpeando sus nalgas y provocando el característico sonido de sus carnes encontrándose en palmadas.

—Te has puesto más estrecha y húmeda —susurró roncamente—. ¿Acaso estabas pensando en que te lo hago delante de todo el mundo?

Negó una mentira.

Naruto soltó una carcajada ronca.

Las lágrimas saltaron de sus ojos a medida que aumentaba, abriendo sus nalgas en cada gesto, con sus pulgares.

Podía escuchar los ronquidos de sus gemidos mezclándose con los suyos.

Nunca se había puesto a calcular cuánto tiempo duraba aquello, pero cada vez llegaba más pronto al orgasmo y, mientras él daba unos últimos envistes para disfrutar su propio placer y hacerla gozar de las últimas sensaciones, algunas veces volvía a sucumbir sin poder reprimirse.

Y luego, estaba un rato sin poder mirarle a la cara, Ni siquiera cuando la ayudaba a vestirse y él se vestía.

Una vez salían de ahí, Naruto volvía a ser el chico popular de siempre y ella la novia de ese chico, de la que nadie sabía nada.

Claro que ninguno sabía lo que había pasado en cada una de aquellas clases antes de que se graduaran. No conocían la cantidad de sus gemidos o las veces que se había corrido en cada una de ellas.

Ni los te quiero que habían escapado de sus bocas.

Secrets intimsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora