Sex on the first date

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Oh, Dios.

No, no podía estar haciéndolo, pero estaba. Si preguntaban jamás su nombre estaría en una respuesta, porque nadie podría creerse que estaba teniendo sexo en su primera cita, con su amor adolescente de toda la vida y en un fotomatón.

¡Santo Dios! ¡Ni siquiera sabía esa cosa tendría una cámara de vigilancia!

Habían estado tonteado como dos idiotas, roce va y roce viene, cuando repentinamente, su novio había adoptado una erección que los puso a ambos colorados y nerviosos. Y lo peor de todo, es que era bastante cantante en los vaqueros oscuros que justo se apretaban en su entrepierna.

Hinata había descubierto el fotomatón y lo señaló, con la esperanza de que Naruto lograra calmarse un momento a solas, pero no sucedía.

—¡Es imposible, dattebayo! —confesó—. Sé que estás ahí, puedo olerte y... mi cuerpo no reacciona. El mástil no se baja.

Hinata lo sabía sopesado.

—¿Quieres que te traiga hielo? —propuso.

Naruto sacó la cara de la cortina, colorado.

—¿¡Qué!? ¿¡Quieres matar a mis Narutines!?

—No, yo... —balbuceó avergonzada.

Se percató de que había gente mirándolos, curiosos. Naruto lo notó, mirando a su alrededor y entonces, hizo lo que iba a llevarla al candelero: tiró de ella hacia dentro.

Se quedó de pie, delante de él, mientras se aseguraban que nadie decidiera asomarse a curiosear.

No podría explicar exactamente cómo pudieron colocarse y moverse en aquel pequeño espacio y tampoco, el por qué repentinamente su cuerpo parecía más despierto hasta el punto en que cuando él la tocó una sola vez, sus dedos se maravillaron con la húmeda reacción y que fuera ella misma quien la pidió otra cosa.

Si, con esa pequeña boca.

Y ahora, estaba sentada de espaldas a él, porque la primera postura que iban a probar, Hinata casi termina sin rodillas y él sin espalda.

Naruto gruñía contra su oreja, mientras que sus manos tenían un amplio alcance a sus pechos y sexo. Pensó que al no verla lo detendría, pero había notado que cada vez se hinchaba más dentro de ella y sus jadeos aumentaban de ritmo hasta volverse silenciosos suspiros contra la piel de su cuello.

En aquel estrecho lugar, sus gemidos se perdían bajo sus manos, con el rostro enrojecido y pequeñas lágrimas escapando a su control. Cualquiera podría abrir la cortina y pillarles y eso, extrañamente, la excitaba y a la vez le daba pavor.

Naruto, sin embargo, no parecía tener ese problema, concentrado en penetrarla vigorosamente y apretar sus senos como si fueran grandes masas de plastilina.

—Dios, Hinata... estas tan apretada que... ¡Tebbayo!

La o se alargó al correrse en ella, con su esperma llenándola en puntos que ni se hubiera imaginado sentir y que provocaron que su propio interior temblara y lo apretara como respuesta.

Agotados, se quedaron un instante así.

—T-te dije que en la primera cita no... —protestó intentando controlar su respiración.

Naruto gimió en protesta.

—Pero, Hinata... Hinata, tú sabes cómo me pongo siempre que te veo vestida tan mona y luego nunca salimos de tu casa o la mía. ¡Teníamos que tener una primera cita, sí o sí!

Hinata reconocía que nunca habían hecho las cosas bien. Comenzaron a besarse antes si quiera de salir. Y no eran besos castos. Naruto pasó la primera y segunda base incluso antes. Y cuando finalmente formalizaron su noviazgo, pasaron tantas veces a la tercera, que ya no era ni de extrañar que nunca hubieran tenido una cita.

—Está bien —murmuró acariciándole los cabellos.

—Ey. ¿Qué te parece si nos hacemos una foto de pareja?

Agrandó los ojos al escuchar la voz. Naruto la imitó, levantándola para ayudarla a bajarse la falda y como mucho, cerrarse la cremallera antes de salir. La pareja que esperaba los miró con curiosidad, pero no duró demasiado, mientras que corrían detrás de unos arbustos y, con mucha vergüenza, se subió la ropa interior, abrochándose mejor la camisa.

Cuando se miraron estallaron en carcajadas.

—Mejor vamos a casa —invitó él extendiéndole la mano—. Seguramente querrás una ducha.

—Sí —reconoció aceptándola.

—Y en la ducha siempre podemos...

—¡Naruto-kun!

Nota: Ya comienza la cuenta atrás para terminar el fic...

¡Gracias por leer!

Secrets intimsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora