Sinopsis (Editado)

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Una familia media normal era lo único que pedía.

—¡Abran paso! ¡Llevamos a una señora embarazada a punto de dar a luz!

Padres guardaespaldas.

—¡Aaaah! Liam duele mucho. No lo puedo soportar. Ya no más.

Niña superdotada.

Todo está bien cariño. El dolor ya va a pasar ya verás. Sólo respira, yo sé que tú puedes Sam.

Armas, disparos, fuego

Yo soy Angela Croft Donnet, la niña que estaba haciendo gritar a mi madre de dolor por hacer el esfuerzo de traerme al mundo. Samantha Croft Donnet y Liam Croft Henderson, esos eran mis padres. Los guardaespaldas más importantes que pudo tener los presidentes de los Estados Unidos. Lamentablemente murieron en una de sus misiones.

Pudieron ser los mejores, pero hasta el más valiente cae y ellos cayeron. Fue triste no lo niego, después de todo eran mis padres y los amaba con todo el alma, pero ellos me prepararon para esto.

Mi padre fue el primero en darme una pistola, aunque mi madre no le gustaba para nada. Todavía puedo recordar las discusiones que tenían por este tema.

Ella tiene aprender de estas cosas, Sam. No quiero que pase una desgracia por no ser precavidos. Abre los ojos, somos guardaespaldas y en algún momento podemos morir. ¿Quién cuidara de ella entonces?

—¡Es una niña de siete años, no debería estar pensando en cómo defenderse!

—Lamentablemente, nació en esta familia y debe aprender a  defenderse te guste o no.

No era bonito oírlos discutir una y otra vez, pero era lo que tocaba. No entendía muchas cosas, pero si sabía que mi vida estaba en constante peligro y por eso siempre tenía que andar con seguridad.

La primera vez que tome un arma tenía siete años y para la sorpresa de mis padres no les tenía miedo, me sentía a gusto y hasta normal con ellas alrededor. Además no era la primera vez que me enseñaba algo. La primera cosa que me enseñaron a usar fue el arco y flecha. Era divertido y no me sentía incomoda.

Miraba la pistola en mis manos mientras mi padre señalaba cada cosa y que hacía. Según en mis manos tenía una MW11, una pistola que ocasionaba un daño de 50%, tenía una precisión de 62% y su alcance de 50%. Tenía una buena pistola, pero yo no sabía para que necesitaba todas esas cosas.

—¿Te acuerdas cuando te enseñe arco y flecha?—asiento  y mi padre continúa. —Pues no hay mucha diferencia a la hora de disparar. Necesitas tener puntería, precisión y fuerza para que la pistola no te mande a ti, que seas tú la que la mandes a ella.

—Está bien, padre—. Mi padre me pasa el arma y se posiciona detrás mí acomodando el arma en mis manos.

—Carga, apunta y..—miró la botella que está al fondo y espero a que mi padre me dé la señal. —dispara.

Y eso hago. El impulso de la bala casi me tira hacia atrás, pero me enfoco en no dejarme caer y apuntar bien.

Que no sea el arma que te mande a ti que seas tú la que mande el arma.

La bala va una velocidad descomunal hasta que choca con el palo, pero no derriba la botella. Bajo el arma frustrada, pero mi padre solo me acaricia la cabeza mientras me dice que lo hice muy bien para ser mi primera vez.

Después de esa vez todo se volvieron prácticas, mi madre no estaba feliz pero aun así me enseñaba defensa personal, kick boxing, boxeo. Me estaba convirtiendo en una máquina de defensa y yo no lo sabía. Siempre estaba alerta, para mi todos eran enemigos.

Guardaespaldas (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora