Eventualmente, dejé el castillo.
¿Qué era verdadero y qué no? ¿Desde cuándo perdí la razón, que significa estar cuerdo? Sentía como si mi cerebro se hiciera puré y flotase en mi cabeza. Pero había algo que sabía que era cierto, perdí mi derecho a quedarme en el castillo en el momento en que dejé que Zero se fuera.
Dejé de ser el mercenario de Zero. Peor aún así, podría haber sido por mi propia voluntad.
El castillo parecía estar construido en la cima de un precipicio, ya que había una larga escalera descendente fuera de la puerta lateral. Ese era el único camino que unía el castillo a las tierras circundantes, comerciantes y sirvientes atravesaban incesantemente este largo y aburrido camino. Deslizándome entre la corriente de peatones, salí por la pasarela.
Di un solo vistazo hacia atrás.
"Idiota, ¿quién hubiera pensado que huirías? Estaba bromeando. Sé más perceptivo."
Podía sentir una leve expectativa de que Zero viniera persiguiéndome furioso, diciendo esas palabras. Qué tonto de mí.
Al final de las aparentemente interminables escaleras, había una puerta enorme, donde los guardias me pararon al no recordar verme entrar. Aunque, cuando mostré el pasaporte que me entrego Trece, fui capaz de pasar sin problemas. Trece no parecía ser alguien de confianza a primera vista, pero yo pensaba que lo era mucho. Atravesando la puerta, me encontré en una inmensa plaza circular con artistas saltando y brincando de izquierda a derecha, atrayendo a multitud de espectadores y animándolos a tirar monedas en sus sombreros, como recaudación.
Oh, cierto. Zero dijo que hoy era el día de la semana de festividad de la diosa. Como se podía esperar de la capital imperial. Estaba realmente alborotado, incluso más que Foamicaum.
En la mitad de la abarrotada plaza había una montaña de paja, un tronco grueso brotando de su pico.
Olí el aire del ambiente. Un olor a quemado impregnaba la plaza. Habían incinerado algo grande aquí. Había claras marcas de quemaduras visibles en una gran extensión del suelo.
Estaba bastante seguro de que si ese montón de paja se pusiera en llamas, dejaría marcas como esas.
-...Quemado en la hoguera, ¿eh?
Miré hacia el poste de madera. Sabía que un sinnúmero de brujas habían sido atadas a ese poste antes. La paja ardería. La hostilidad se extendería. El calor y el humo envolventes. La aguda y violenta tos de la bruja y sus gritos agitados. Finalmente, el infierno se extendería a la ropa de la bruja, su cabello se incendiaría y la multitud soltaría una alegría clamorosa, era como si pudiera ver que todo sucediera ante mí.
No debería preocuparme por que le ocurriera eso a Zero, ella estaba bajo la protección de Trece.
...Sin embargo, me sentí extrañamente molesto.
Odio a las brujas. Y creo que sería genial que exterminasen a todas. ¿Quemarlas en la hoguera? ¿Decapitarlas? Ambas opciones estaban bien. Tan solo asegúrate que no mueran demasiado rápido. Hasta hace poco, eso era exactamente lo que opinaba sobre las brujas.
Pero Zero... y también Albus... si fuesen atados y preparados para convertirlos en cenizas, ¿podría celebrar eso con el resto de la multitud? Era incapaz de imaginarme a mí mismo haciéndolo.
Odio a las brujas. Pero había excepciones para ese sentimiento. Aprendí que no todas las brujas eran malvadas. Sin embargo, tenía miedo de Zero.
Sentía un vago temor a las brujas, además de otros sentimientos desagradables. Era un prejuicio que no desaparecería.
Era igual que como la agente se asustaba de mí por ser un caído.
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Zero Kara Hajimero Mahou No Sho Volumen 1
مغامرةAño 526 del calendario litúrgico. El mundo sabe que las brujas existen y que practican el extraño arte de la hechicería. Sin embargo, el mundo no sabe nada sobre el estudio de la magia. Nuestra historia sigue a un mercenario medio hombre medio besti...