Capítulo 1: '¿Quién demonios eres tú?'

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|| Daphne en multimedia ||

Tiempo atrás

— ¡Daphne! Baja ya, por favor...llegaremos tarde, y necesito estar ahí, tengo el presentimiento de que esta vez si lograré conseguir un autógrafo. — Rodé los ojos, ante la voz desesperada de mi hermana pequeña, Sam.

Bufé, mientras terminaba de ponerme los zapatos. Tenía que llevarla nuevamente a una absurda firma de autógrafos, y odiaba ir, porque Sam se pasaba todo el camino one bla bla para arriba, direction bla bla para abajo, y ya estaba harta. Pero eso es lo que pasa, cuando tu madre está casi todo el día trabajando, y eres la única hermana mayor con coche de Sam-fangirl-loca.

Bajé las escaleras con tranquilidad, viendo a mi hermana en la puerta, moviendo sus piernas con inquietud.

—Venga, vámonos, no vaya ser que se vayan sin ignorarte—Ella me miró fijamente, con esos ojos castaños verdosos, y me frené en el último escalón.

—Somos muchísimas fans, no pueden conocernos a todas...—Me crucé de brazos, y bajé el escalón que me quedaba.

—Te he llevado catorce veces a sitios donde ellos estaban, y ni te has podido acercar, así que no me vengas con que sois muchas fans locas...—Sam abrió la puerta, y frunció el ceño.

— ¿Podemos irnos ya? ¿Por favor? —Asentí, y salimos, dirigiéndonos a mi coche.

Cada vez que veía mi coche, recordaba el día en que mi padre me lo había regalado, en mi cumpleaños número dieciocho. Supongo que él creyó que con un coche, podría llenar los años de vacío paternal que había tenido, y que iba a correr a sus brazos, perdonándolo por todo lo que nos había hecho a mi madre y a mí. Por suerte, mi madre había conocido al padre de Sam unos años después, y había logrado dejar de sufrir, al contrario de mí, que no podía ver a mi padre ni de lejos.

Cuando llegamos al hotel donde sería la firma, me tocó aparcar detrás, en un sitio que no me gustó mucho, pero sabía que nos iríamos pronto.

Sam se bajó casi volando, corriendo hacia la parte delantera del hotel, sin despedirse. Sonreí, ya estaba acostumbrada a esto, luego volvería triste, y me tocaría consolarla. No podía quejarme de eso, aunque nunca se lo decía, amaba pasar tiempo con ella, sobre todo, desde que su padre había muerto dos años atrás, yo siempre intentaba estar ahí para ella.

A los pocos minutos, encendí la radio, sonriendo, al escuchar a Simple plan, cantando mi canción favorita. No había ni pasado dos minutos, cuando la puerta de atrás se abrió, y rodé los ojos, otra vez venía enfadada, por no conseguir verles.

—Oye, Paul, sube el volumen, amo esa canción—Me giré bruscamente, tocando el claxon con el codo.

¿Quién demonios eres tú? —Recorrí mi mirada, por todo el cuerpo del chico que se encontraba sentado en la parte de atrás de mi coche.

— ¿Este es tu coche? —Él parecía confundido, y fruncí el ceño.

— ¿No me ves aquí dentro?—Alcé mis cejas.

—Sí, sí, claro, perdón...es que creí que este era el coche de mi guardaespaldas, es igual que el suyo—Fruncí más el ceño.

— Tienes gua...—Sacudí la cabeza, y lo señalé con el dedo—Bájate de mi coche.

— ¿Te importa si me quedo unos minutos más? —Parecía muy nervioso—Si salgo, alguna directioner podría mirarme, y estaré rodeado en segundos—Sonrió débilmente.

Siempre [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora