Capítulo 27: 'Sam ya no está'

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Ladeé un poco la cabeza, y lo vi caminando hacia mí, con sufrimiento en la cara. Gemí de dolor, y apreté más a Nico.

—No quiero hablar con él... —Le susurré en el oído.

Nico me miró, y yo entré rápido en mi casa. Subí lo más rápido posible a mi habitación, frenándome en seco, al sentir mi corazón latir demasiado fuerte, las piernas me temblaban, sudaba muchísimo, y la boca se me secaba. Odiaba cuando me pasaba eso, porque no sabía que era.
Cerré la puerta de mi cuarto, y me tiré sobre la cama llorando.

No sé si había sido una hora, dos, tres días, o un año el tiempo que había pasado, cuando sentí la puerta abrirse. Unos pasos se dirigieron hacia mi cama, y el colchón se hundió, mientras una mano acariciaba mi espalda.

—No hay nada que yo te pueda decir en este momento que calme tu dolor, pero estoy aquí, para ti, y siempre lo estaré, no me iré de tu lado nunca, pase lo que pase—Apoyó su cabeza en mi espalda. Mis ojos se inundaron más de lágrimas, y solté un sollozo.

—Eres la mejor persona que podría tener ahora a mi lado, Nico—Él me apretó más, y me besó la cabeza. Me di la vuelta, y hundí mi cara en su cuello.

Después de estar bastante tiempo así, Nico me acompañó a preparar todo para el entierro de Sam. Yo tenía miedo a salir, por si estaba Niall por ahí, pero en aquel momento, era más importante Sam que nada.

El entierro fue horrible, Charlie apareció allí, y estuvo apoyando a mi madre todo el rato. Yo sentía todo el tiempo una presencia detrás de mí, y cuando vi a todos los chicos- menos a Niall- acercarse y abrazarme, sabía perfectamente, que él andaba por ahí, y que me estaba observando.

Yo no dije ni una sola palabra, las chicas y los chicos me hablaban, pero yo me mantenía abrazada a Nico y Greg.

En cuanto todo acabó, salí corriendo del cementerio, sin mirar atrás, necesitaba alejarme de eso, de todo, y de todos. Me subí al primer taxi que vi, sabía que Nico y Greg se ocuparían de mi madre, yo necesitaba alejarme.

— ¿A dónde la llevo señorita? —

—A lo más lejos que se pueda con 126 libras.

—Hasta las afueras... —

—Perfecto, ahí quiero ir—El taxista asintió, y arrancó el coche.

En todo el camino, mi móvil no dejaba de vibrar en mi bolsillo, pero no lo contesté en ningún momento, no tenía humor, ni ganas de hablar con nadie, solo quería irme lejos por un momento.

Cuando llegamos, le pagué al taxista, y me bajé, quedándome quieta justo donde me había bajado. Me quedé mirando un punto fijo, mientras me perdía en mis pensamientos.

Sentía como el sol se iba metiendo, e iba saliendo la luna. La brisa me movía el pelo, y me daban escalofríos, pero yo no sentía nada, ya no sentía nada.

Desde hacía un buen rato, veía como un chico pasaba a cada rato por la calle de enfrente, mirándome detalladamente, como si me conociera. Estuvo así bastante rato, hasta que cruzó la carretera, y se acercó a mí.

—Hey... ¿Estás bien? —Asentí casi sin moverme, con mi mirada aún perdida en ese punto fijo. — ¿Segura? Te vi bajar del taxi hace más de una hora, y no te has movido, ni siquiera has pestañeado, eso no me suena a que estés bien.

—Estoy bien—Dije en un hilo de voz. Él suspiró, y se movió inquietamente delante de mí.

—Siento molestarte. —Suspiré cansada, y me moví al fin, para alejarme de él.

Siempre [Niall Horan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora