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Llovía mucho, se podía escuchar las gotas golpear el piso, y unas pisadas apresuradas a lo largo de una calle. Georgie Denbrough corría tras un barquito, uno de papel que con mucho cariño le había hecho su hermano Bill, que estaba descansando en su cama con una gran gripe; Georgie aceleraba el paso, pero aquel barco se dejaba llevar tan aprisa sobre el pequeño río que se había formado sobre la carretera.

 Georgie Denbrough  corría tras un barquito, uno de papel que con mucho cariño le había hecho su hermano Bill, que estaba descansando en su cama con una gran gripe; Georgie aceleraba el paso, pero aquel barco se dejaba llevar tan aprisa sobre el p...

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- ¡No! ¡No, por favor! – gritó al ver que su barquito se perdía en la boca de la alcantarilla – No... Bill va a matarme.

Al agacharse solo vio oscuridad, pero en segundos, unos ojos azules aparecieron.

 - Hola, Georgie. – En las alcantarillas se podía ver un payaso, un hombre de cara blanca con nariz roja, una amplia sonrisa y calva rodeada por mechones pelirrojos - Acaso no vas a decir... ¿Hola?

George se quedó en silencio preguntándose qué hacía un payaso ahí.

- Lindo bote. ¿Te lo devuelvo? – El payaso sonreía mientras el pequeño barco se tambaleaba sobre su aguantada mano.

- Sí, por favor. – Respondió el niño de impermeable amarillo, algo tímido y asustadizo, como era de costumbre ante personas nuevas.

- ¿Y quieres un globo?

- No debo aceptar cosas de desconocidos, eso me lo dice papá.

- Oh, tu papá es muy sabio, muy sabio de verdad. Yo soy Pennywise, el payaso bailarín. Pennywise te presento a Georgie, Georgie soy Pennywise ¡Ahora ya nos conocemos!

Hubo risas de ambos, pero la de Pennywise fue más cosquilluda, más alegre y viva, tanto que parecía no parar, pero lo hizo despacio cuando vio interés en el rostro del niño.

- ¿Cómo llegaste ahí?

- Una tormenta me arrastró aquí junto con todo el circo. ¿Acaso no hueles el circo? Hay maní, dulce de algodón, y...

Georgie olfateo un poco, podía oler el circo, y escuchaba un sonido que pudo reconocer al instante.

- ¡Palomitas!

- ¡Palomitas! Son mis favoritas.

- También las mías

- ¡Fantástico! Ellas hacen pop-pop-pop ja,ja,ja pop-pop.

KRAAA-KA-BOOOOM

Un trueno se escuchó a lo lejos, pero el payaso aún sonreía, parecía no asustarle. La lluvia no paraba de golpear, lo que hizo recordar a Georgie algo muy importante, algo que todo niño debe recordar siempre.

- Debo irme a casa.

- Oh. ¿Te irás sin tu bote?

El pequeño se detuvo, lo pensó un poco; su hermano Billy se enfadaría mucho, lo hizo especialmente para él, no debía empeorar, tenía que mejorar de la gripe para mañana poder jugar juntos.

- Tenlo... Georgie.

Georgie estiró su brazo lentamente hacia el hueco de la alcantarilla, escuchaba el caer del pequeño río que se había formado por la lluvia, parecía haber una gran profundidad; ya estaba a centímetros del bote, pero en un pestañar la mano aguantada lo sostuvo con firmeza, lo arrastró hacia él con fuerza y sintió unos miles de feroces colmillos morderlo hasta tocar su hueso. 

El niño gritó y gritó, llorando por un terrible dolor, pero no por la mordida, sino por el pánico de no ver su brazo derecho, solo veía su hombro, sangrar y sangrar, mientras Pennywise sostenía el brazo en su gran boca, mordisqueando como un perro.

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