Stanley Uris era un amante de las aves, y pocos minutos antes de que Bill fuera a casa a buscarlo, Stan se había marchado siguiendo a un ave muy difícil de encontrar; de plumas como el otoño y un cuerpo pequeño del tamaño de su mano. Era realmente hermosa, pero se fue volando antes de que pudiera dibujarlo.

- Oye... ¡Espera!

Stan la siguió por un largo rato, y cuando se dio cuenta, había llegado hasta un bosque algo oscuro a pesar del día. Un lugar que no conocía de Derry, pero no le importó, la bella ave se había posado sobre la rama de un viejo árbol.

- Perfecto, perfecto. Quédate ahí... no te mueeeevas.

Rápidamente y con su habilidad en el dibujo, Stanley pudo plasmarlo en una hoja.

Ya estaba casi listo, tan solo unos retoques en el pico y ya. Pero el ave impaciente tomó vuelo.

- No...

Iba a seguirla nuevamente, pero notó algo extraño, ella volaba en círculos sobre el bosque. Las aves no hacían eso, y Stan lo sabía. Ellas siempre vuelan hacia donde está el sol, sin embargo, aquella... lo rodeaba.

La bella ave iba cambiando en cada giro, se hacía más y más grande, tanto, que tomó el tamaño de algo inmenso y monstruoso.

 - Oh, por Dios... ¡Por Dios!

Stan corrió lejos del bosque, pero no encontraba la salida; aquella enorme ave lo seguía como si fuera su presa, y tal vez lo era

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Stan corrió lejos del bosque, pero no encontraba la salida; aquella enorme ave lo seguía como si fuera su presa, y tal vez lo era. – Dónde... demonios... dónde, ¡¿dónde está la salida?!- parecía no haber salida; era como un laberinto del cual no podía escapar.

- ¡AYUDA! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!


- Hey, muchachos- dijo Eddie desde su posición en el tren abandonado – Esa voz... ¿no es la de Stan?

Los perdedores guardaron silencio y escucharon con atención.

- ¡Ayúdenme! – se escuchó a lo lejos.

- Es la misma voz llorona de Stanley.

- Beep, beep, Richie. - soltó Eddie.

- S-s-sí. Es Stan. ¡Es-s-tá en peligro!

- Vamos, vamos. – con la orden de Beverly, todos se levantaron y salieron en busca de su amigo.


Stanley Uris estaba llorando oculto tras un árbol, pero las aves poseen una visión extraordinaria, tanto que pueden ver desde una larga distancia, y más aún las enormes aves.

Ya lo había visto, e iba tras él; desde el cielo se veía cómo la gigantesca ave caía en picada, como un meteorito, un meteorito que estaba a punto de devorar al Guapo Stan.

- ¡Que alguien me ayudeeeee!

- ¡Stan! ¡Stan! ¡¿Nos oyes, Stan?!

- ¡Amigos!

Stan pudo escuchar el llamado de sus amigos, y cuando vio hacia el cielo, la gigantesca ave había desaparecido. El muchacho salió disparado del lugar, al final pudo encontrar la salida de aquel oscuro bosque y al ver al Gran Bill, no pudo resistirse a abrazarlo y romper a llorar.

- Oh, Bill... esa cosa... era un monstruo, Bill... esa cosa.

- Tran-n-quilo, Stan.- Los demás muchachos llegaron y abrazaron a Stanley para así poder calmarlo.

IT (MHC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora