Richie Tozier, fanático de la televisión cómica y terrorífica, estaba alistando todo para su noche perfecta: Una caja de galletas, yogurt con cereal, una bolsa grande de papas Lay's, y  bebida para su gusto. La temporada de películas de terror estaba a punto de empezar, colocó todo lo preparado en una pequeña mesita a lado de su cama, tomó el control remoto, se estiró con mucho relajo, y suspiró.

- Felicessss... vacacionesss ...- Encendió el televisor.

La televisión parecía fallar, se veía un poco opaco, estaba a punto de avisarle a su padre, pero para su buena suerte, volvió a la normalidad. - ¡Ja! La bella televisión nunca me falla.- Había dado inicio a una película, "La Noche del Hombre Lobo"; Richie ya había visto esta película en los cines.

- Verla a la segunda no da tanto miedo como en la primera. – se dijo alegremente, mientras devoraba dos galletas bañadas en yogurt de fresa.

Richie estaba equivocado, esta película lo volvió a asustar tanto que se olvidó que el día existía. 

El hombre lobo estaba listo para comerse a un niño, uno que estaba en su habitación, leyendo un viejo libro, y cuando vio la sombra de unas peludas garras asomarse por su cabeza, gritó al igual que lo hizo Richie.

- ¡AHHH! Diablos, qué horrible.

El niño estaba siendo devorado por aquel animal que antes era hombre. Richie Tozier no pudo aguantar más, tomó el control e intentó apagar la televisión, pero se le resbaló de las manos y cayó bajo la cama.

- Demonios. ¿Por qué, Richie? ¿Por qué?

Richie tenía miedo, miedo de que se asomara y encontrara algo horripilante y monstruoso bajo la cama; no quería ni asomar el pie. Fue entonces cuando escuchó aquella música del circo.

- Bep, bep, Richie. – Un payaso, en la película.- Todos flotamos aquí, amigo. Ven a flotar con nosotros.

Era imposible, ¿qué hacía un payaso en una película de terror? El payaso avanzaba, caminaba muy feliz, hizo una pirueta y comenzó a aplaudir. El hombre lobo estaba flotando, y el payaso reía y reía como si le hubieran contado el mejor chiste de su vida. Richie estaba asustándose aún más.

- Oye, Richie. ¿Qué le dice un elefante a un ratón? ¿eh? No sé, yo no hablo animal. JA,JA,JA,JA. 

Richie se levantó de la cama, se acercó al televisor y lo desconectó.

- Eso... sí...  que fue una asquerosidad de película.

Salió con tranquilidad de la habitación, pero al estar a unos pasos de las escaleras, vio a un payaso, el mismo payaso de la televisión.

- ¿Un globo, Richie?

El payaso comenzó a retorcerse, su cuerpo se hacía más grande y sus dedos se alargaban, su boca se volvía enorme, y parecía que le salían muchos pelos, de atrás le salieron unas patas de araña y un globo rojo flotaba a su lado.

- Ven aquí, Richie.

El monstruo se lanzó hacia él, Richie fue más rápido y cerró la puerta de su habitación.

- ¡Oh, diablos, diablos, diablos, diablos!

Vio la ventana, y tuvo una loca idea. Algo rompía la puerta, era una mano peluda y con uñas largas y gruesas.

- Ven, Richie. Yo no muerdo... JA,JA,JA,JA.

Richie no lo pensó dos veces y se lanzó por la ventana. Por suerte, cayó sobre las flores de su madre, pero aun así sintió un gran dolor al caer. Tomó su bicicleta y pedaleó con fuerza hacia la comisaría; mientras se alejaba, escuchaba un aullido que parecía seguirlo.

- ¡Hey, hey! Oficial, debe ayudarme.

- ¿Qué pasa, niño? – dijo un policía que se había encontrado en el parque de juegos.

- ¡Venga, venga, o no me lo va a creer!

- Los policías no estamos para juegos tontos, niño. Sigue jugando con tu bicicleta si no quieres pasar un día en la cárcel; y sí, los niños también van a prisión, así que cuidado.

- Pero...

Richie no insistió más, y con mucho miedo y cuidado, manejó hasta llegar a la casa del Gran Billy. Seguro él tendría respuesta a lo que había visto, o eso quería creer.

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