Ben Hanscom era el chico nuevo en Derry, llegó junto con su madre a vivir en la casa de su tía Lily y su primo John; para su desgracia, su primo no lo soportaba.

- Ben, acércate... hay algo en la botella.

John tenía una botella de agua, la observaba por el orificio con mucho interés, y eso le causó mucha curiosidad a Ben, ya que una de sus características, aparte de ser bueno construyendo cosas, era ser fisgón.

- Mira por el orifico, ¿lo ves?

- No... no veo nada.

En el momento de concentración del gordito Ben, su primo apretó la botella con mucha fuerza, mojando por completo su cara.

- Ja-ja. Muy gracioso.- dijo Ben, con un gesto serio.

Se secó con su camiseta, y John aprovechó en palmear su barriga como si fuera un tambor. Ben estaba listo para golpearlo, pero al ir siguiéndolo, tropezó con su tía Lily.

- Será mejor que no andes molestando a mi hijo. No querrás que los bote de mi casa, ¿verdad?

- No, tía.

- Entonces compórtate como debe ser, chico malcriado.

A Ben le disgustó mucho, y cuando la molestia está en él, acostumbraba tomar la bicicleta de su padre y vagar por la ciudad, eso le ayudaba a despejarse y a conocer el pueblo.

En esta ocasión, llegó al famoso Puente de los Besos, un lugar donde iban las parejas a demostrarse mucho su amor y a pedir matrimonio.

- Un lugar con bella vista, pero muy cursi.

Ben dejó su bicicleta apoyada en un árbol, y al pasar el puente vio muchos nombres tallados en las tablas. Se acercó a uno y leyó en él "Mellon y Hagarty, juntos por siempre". Al terminar de leerlo, observó a lo lejos, justo debajo del puente, algo que le estremeció la piel.

Un hombre, de mechones rojos, el cuerpo cubierto por una especie de tela, globos en la mano, y vendas muy viejas y gastadas en sus manos, parecidas a una momia. Este hombre, lo llamaba con la mano.

- Ben... ¿por qué no vienes? Tengo muy lindos globos, y todos flotan, Ben. Ji, ji, ji.

- ¡Hey, Gorda!

- ¡Woa! - Henry Bowers y Patrick Hockstetter lo sorprendieron con un gran susto.

- ¿Qué ves?

- El... payaso...- Ben señaló lo que había visto, pero ese hombre ya se había ido.

- Debes estar enloqueciendo, Hanscom. – dijo Patrick con cierta falsa preocupación.

Un viejo ciudadano, un simple niño de piel morena, Mike Hanlon, debía pasar por El Puente de los Besos para poder llegar a casa, pero su desgracia era tan grande que justo en ese momento, Ben estaba siendo golpeado por Henry Bowers mientras Patrick observaba y reía.

- Vaya, ¿vas a unirte a la fiesta, morenito?

Mike se asustó al ver la sangre en el rostro del niño gordo, dio media vuelta con su bicicleta, pero ya era tarde, Patrick lo había alcanzado; lo llevó junto a Ben y Henry le dio un duro golpe en el estómago para que no tuviera intenciones de escapar.

- Mira esto, Henry; son el pato Lucas y el cerdo Porky.

- ¿Qué pasa, morenito? ¿Por qué me miras con odio? ¿Eh?- Henry lo golpeó en la cara- ¡Respóndeme!

Ben se atrevió a escupirle, su saliva comenzó a deslizarse por la cara de Henry, y eso lo enfadó más. Henry se limpió con su mano, y guardó silencio por unos segundos.

- Vas a pagar por esto, Hanscom.

Henry sacó una navaja de su bolsillo, era brillante y se veía que tenía mucho filo. 

- Empieza a rezar.

Ben estaba a punto de llorar, pero algo fantástico pasó.

 - ¡Ahh! – una roca golpeó la cabeza del bravucón - ¿Quién fue? ¿QUIÉN LA LANZÓ?

- ¡Hey, niñita! – se escuchó gritar la voz de Richie Tozier.- Métete con alguien con tus mismos músculos.- Lanzó otra roca, pero esta vez le cayó a Patrick Hockstetter.

- Maldito cuatro ojos.

Detrás de Richie, se veía llegar algo que parecía brillar: El gran Bill, el valiente Eddy y la bella Beverly.

- Deja a Benito y a Mike en paz, Bowers.- dijo Beverly con gran furia.

- Me dijo Benito - susurró Ben con vergüenza.

- O qué... ¿Me darás un besito?

Billy Denbrough tomó una roca, y el resto lo imitó, fue entonces cuando se dio la batalla más emocionante y épica que el Club de los Perdedores había tenido.

- ¡¡¡GUERRA DE ROCAS!!!

Las rocas parecían meteoritos venir de un lado a otro, muchas le cayeron a Henry y a Patrick, y unas cuantas a los  Perdedores; Ben y Mike recuperaron fuerzas, y cuando los malos se distrajeron, aprovecharon la oportunidad y se unieron a la gran l...

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Las rocas parecían meteoritos venir de un lado a otro, muchas le cayeron a Henry y a Patrick, y unas cuantas a los Perdedores; Ben y Mike recuperaron fuerzas, y cuando los malos se distrajeron, aprovecharon la oportunidad y se unieron a la gran lucha.

Una en la cabeza, otra en el estómago, una más en la cara y muchas veces en las piernas. Henry y Patrick terminaron derrotados. No lo podían creer, derrotados por unos perdedores.

- Ve y llora a tu casa, niñita.- dijo Richie, para después marcharse juntos como vencedores.

Juntos marcharon a uno de sus escondites favoritos: los trenes abandonados. Ahí tuvieron más calma, y Eddie pudo curar a Mike y Ben.

- Sé que arde, muchachos, pero se necesita desinfectar la herida.

- Mejor chupa la herida.- propuso Richie

- ¡No! Eso es asqueroso. – A Ben y a Mike no les gustaba la idea.

- Yo me chupo la herida porque la saliva cura más rápido, lo vi en la televisión; como ustedes no llegan, entonces que lo haga el medico Eddie Kaspbrak.

- Mejor chúpalo tú, Richie.

- No, eso es asqueroso.

Mientras los demás resolvían ese asunto, Billy curaba una pequeña herida en la frente de Beverly Marsh.

- ¿T-t-te duele?

- Un poco, pero puedo resistirlo.

- Gracias po-po-por ayudarnos.

- No hay problema. Ese tal Henry me la debía.

- Oye, Gran Bill.- dijo Richie. - ¿Dónde está Stanley?


- N-no pudimos encon-n-trarlo. 


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