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Ben Hanscom había coleccionado recortes de los periódicos de Derry, de ciertas fechas en las que ocurrieron cosas terroríficas e inexplicables. Ben nunca lo hubiera imaginado, pero al oír los relatos de sus amigos, supo que Eso tenía que ver mucho con las cosas espantosas que sucedieron en el pueblo, desde un perro con rabia hasta un terrible maleficio.

En el momento que todo el Club de Perdedores entró a la habitación de Ben, sacó algo que había tomado de la biblioteca.

- Es un mapa de Derry – dijo Mike mirando cada detalle.

- Sí. – Respondió Ben – No estoy del todo seguro, pero tengo una idea; una teoría.

Ben se acercó al gran Billy, algo nervioso por la pregunta que le haría.

- Bill, ¿dónde es que murió Georgie?

Bill, sin siquiera pensarlo, marcó con un plumón rojo aquel lugar, imaginando los gritos de ayuda que daba su pequeño hermano. Ben pidió a Richie, Mike, Eddy, Stan y a Beverly, que hicieran lo mismo, señalando el lugar en el que sintieron el verdadero miedo.

- Muy bien, Benito, explícanos esto y deja el misterio para después. - habló Richie.

- Miren el mapa y fíjense en los lugares que marcaron.

- To-todas están muy ce-cerca.

- Sí. Ese monstruo está más cerca de lo que pensamos, y por alguna razón nos busca; nos está buscando para asustarnos.

- Es una locura.- Dijo Stan, asustado – Eso no existe.

- Claro que existe, Stan, tú mismo viste ese monstruo.

- ¡No, Beverly! Tú estás loca. ¡Todos lo están!

De pronto, algo sonó, como un objeto cayendo justo detrás de ellos, algo pesado. Todos giraron y frente a ellos se encontraba una caja; en ella se podía leer: No me abras.

Lo curioso y desesperante de los niños, es que nunca obedecen a lo que uno le dice, y claro está, que si uno les dice "No abras esa caja", harán lo contrario, tal vez piensen que habrá alguna sorpresa dentro, y efectivamente encontrarán una, pero nada agradable.

- Oye, Ben, llévate tu caja. – Habló Eddy, tratando de controlar su respiración – Me está poniendo los pelos de punta.

Entonces, Ben dio una respuesta que los hizo temblar de terror.

- Esa no es mi caja.

Bill se acercó lentamente, cuidando sus pasos, mirando a cada esquina de la caja. Los muchachos no le decían nada, les daba curiosidad saber qué había dentro, y Bill fue el único valiente que se atrevió a tomar con dos dedos la tapa, y alzarla con mucho cuidado. Leyó otra vez "No me abras", sin embargo, eso no lo detuvo ni por un segundo.

Cuando ya se notaba una pequeña abertura y el color interior de la caja, se pudo oír una melodía que les resultaba familiar. Era alegre, divertida, algo disparatada, y te invitaba a reír. En ese momento, aquella melodía era absolutamente tenebrosa. Un delicioso aroma invadió la habitación, era algodón de azúcar, manzanas de caramelo, y palomitas de maíz. Todos esos olores provenientes de la caja.

Los niños estaban felices, al parecer habían encontrado un tesoro; los problemas se les habían olvidado, y el deseo por querer entrar a la caja estaba con ellos. Excepto por Bill, él sabía que algo andaba mal, que algo pasaría. Antes de que pudiera cerrarla, algo se asomó de ella.

- Vamos, Billy, ven con nosotros... todos nos divertimos, todos aquí nos divertimos flotando. Georgie también se divierte, ven a divertirte con nosotros.

Una cara blanca con ojos amarillos y una nariz roja, al igual que sus mechones de cabello. – Un payaso. – Billy no tenía duda, ese payaso tenía a Georgie, él sigue con vida, y Eso lo tiene atrapado, enjaulado en un circo. El payaso comienza a reír, y Bill se gira para pedir ayuda a sus amigos, pero todos avanzaban hacia él, con una mirada fija a la nada repitiendo en susurro: Tú también flotarás.

- No, no... basta, muchachos. – El gran Bill se sentía en una película de zombies, atrapado y sin ninguna escapatoria.

- No hay salida, Billy, solo siente miedo, miedo, miedo, ja, ja, ja, el miedo te hace caer, y yo estoy aquí abajo. JA,JA,JA

Bill corrió hacia la puerta, pero se detuvo tan rápido como pudo cuando vio a un niño con un impermeable amarillo manchado con sangre, le faltaba un brazo, y tenía un rostro pálido con unos pequeños hoyos en el rostro de donde salía algo espeso y asqueroso.

- ¿Qué pasa, Bill?... ¿No quieres jugar?

Sus amigos llegaron a atraparlo, Bill temió que lo mordieran y sea uno de ellos, pero los seis lo sujetaron bien y lo llevaron ante la caja, en donde seguía aguardando Eso a que tanto temían.

El payaso se levantó lentamente, y mientras lo hacía, su rostro iba cambiando, su cara se hacía más grande. Tenía más dientes afilados que una bestia, y de sus enguantadas manos salían unas garras que querían atrapar a Bill Denbrough.

Parecía estar todo perdido,pero faltando dos pasos para quedar frente al monstruo, Mike pudo reaccionar, y al ver lo que estaba pasando, soltó a Billy, dándole así la oportunidad de zafarse.

- ¿E-e-eres tú, Mike? – Preguntó Bill, sin quitarle ojo al payaso, que con un gruñido se volvió a la caja cerrándola al final.

- Soy, yo... Tranquilo, soy yo, Bill.

- Wao, ¿me pasé de copas? – Dijo Richie, mientras se tambaleaba. Al parecer Richie había vuelto, al igual que el resto.

- ¿Qué pasa? – preguntó Beverly al ver a Bill y a Mike con el terror reflejado en sus rostros.

- ¿No son zombies?

- Bien, Mike, sé que no somos la cosa más linda de todo Derry, pero tan mal no estamos; sobre todo tú, Beverly.

- Basta de bromas, Richie. – Advirtió Stan.

- Yo tampoco estoy mal. – dijo Ben, pero Richie le lanzó una mirada queriendo decir lo contrario.

Bill se dirigió a por el bate de béisbol de colección que tenía Ben en su repisa. Luego, con mucha seguridad, abrió la caja, y se dio con la sorpresa de que la caja estaba vacía. Notó que la habitación ya no tenía aroma a algodón de azúcar o palomitas de maíz. Eso se había ido.

- ¿Están todos bien? – preguntó Mike, y todos afirmaron con la cabeza.

- Hay q-que ir-irnos.

- ¿A dónde iremos ahora?

- Vamos a don- donde está Eso. Vamos a-abajo.- Ordenó Bill el Tartaja, para después destrozar la caja de un solo batazo.

IT (MHC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora