Todoroki, Midoriya, Iida y la cucaracha

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Poco a poco ya se habían acostumbrado a la presencia de sus compañeros alrededor. Ochako ya no se sentía tan incómoda con solo hombres cerca suya, las tareas ya se habían acordado de quien hace cada cosa, el orden del uso del baño por las mañanas, la prohibición de entrar en cuarto ajeno sin permiso... Lo normal para un grupo de estudiantes en un mismo piso.

Aprovechando que tenían una sala para poder entrenar se organizaron el horario y quedaron en entrenar por lo menos tres veces a la semana. Uno de los días a Uraraka se le ocurrió hacer algo, pues ya se estaba aburriendo de ejercitarse.

–Chicos, chicos. Venid aquí un momento –pidió juntando sus manos en gesto de ruego. Le hicieron caso y se pusieron en fila mirándola.

Una sonrisa traviesa surcó los labios de la de ojos chocolate, haciendo que los tres hombres se extrañaran. En un movimiento rápido activó su kosei e hizo que los tres empezaran a flotar por toda la habitación.

Todoroki se quedó tan relajado como siempre mientras flotaba, Iida intentó usar su kosei para moverse por el espacio  y Midoriya empezó a reír mientras que se impulsaba en las paredes para desplazarse.

La castaña por su parte intentaba no marearse mientras reía a todo pulmón. No se veía todos los días a Iida indignado por no poder desplazarse, a Todoroki flotando y a Midoriya nadando por la habitación.

Duraron así unos veinte minutos, pues luego de eso miraron el reloj que se encontraba colgado en una de las paredes de la sala, percatándose de que ya era hora de cenar.

Los cuatro necesitaban una ducha, por lo que decidieron el orden sin contar a Ochako. El primero en entrar fue Midoriya, el cual al acabar de ducharse no tardó ni dos segundos de salir pitando del baño como si un demonio lo persiguiera.

–Midoriya... –llamó el de ojos heterocromáticos con un semblante confuso, se encontraba sentado en el sofá esperando a que el de pecas acabara–. ¿Que haces gritando y corriendo en toalla por todo el apartamento? Si Uraraka llega a salir del baño y te ve con esas pintas seguro que acaba desmayándose.

–E-es que ha-hay una cuc-cuca... –intentaba decir el de iris verdes, pero de un momento a otro salió corriendo mientras gritaba.

–¿Cuca...? –con una gota de sudor al estilo anime se acercó a la entrada del baño que compartían los tres chicos de la vivienda. Ni bien puso un pie encima de las baldosas que cubrían el suelo ya había activado su kosei de hielo creando algo parecido a una estantería en la pared, donde se quedó mientras gritaba el nombre del pequeño bicho, además de tener cara de espanto.

Al escuchar los gritos, el presidente de la clase no tuvo más remedio que ir a ver que pasaba con la escoba en mano, la cual acabó en medio de la bañera del susto.

–¿Qué acaba de...? –como por arte de magia, la única chica de la estancia apareció ya en pijama por la puerta del otro baño, el cual acabó acaparándolo gracias a su extensa colección de productos de higiene personal, además de que le daba vergüenza compartir baño con alguno de los chicos.

–Uraraka... –murmuraron medio muertos de pánico por aquel ser vivo.

–Ahora vuelvo... –mencionó la antes nombrada al ver la situación, para después aparecer de nuevo con un avión de papel.

Como si fuera una bruja, la aspirante a héroe le dijo a la cucaracha que se subiera al objeto hecho de papel, y esta acató la orden en un santiamén. Ya con el avión y la cucaracha encima, se acercó a la primera ventana que vio y lanzó a la bicho con su nuevo transporte. A saber dónde acabaría la cucaracha.

Y con esto, Uravity tendría algo para reírse de sus compañeros lo que le quedaba de vida, además de un grito de su amiga escupidora de ácido, que tuvo la mala suerte de pasar justo debajo del avión mientras aterrizaba.

Entre koseis y risas  [Izuocha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora